La soya o soja es considerada una de las cinco semillas sagradas en los pueblos asiático; a México llegó hace más de 100 años. De acuerdo con el estudio Situación mundial de la comercialización de cultivos biotecnológicos, en la India comenzó a utilizarse a partir de 1935 y hasta 1904 llegó a Estados Unidos.

Actualmente, de acuerdo con Agro Bio México, la soya genéticamente modificada contribuye con casi la mitad del área sembrada en cultivos biotecnológicos en el mundo. Hay 11 países que producen cerca de 75.4 millones de hectáreas, entre ellos EU, Brasil y Argentina. La República Mexicana se encuentra en una fase piloto, pues no ha entrado a la etapa comercia, sin embargo el país depende de 93 por ciento de las importaciones que se realizan desde EU, Canadá y Paraguay.

Por lo tanto, de acuerdo con el organismo internacional Greenpeace, la mayor parte de la soya que se encuentra en el mercado, a excepción de la que está certificada como orgánica, es transgénica. Se encuentra en forma de harina, proteí- na, aceites y grasas, a menudo se "esconden" detrás del concepto de aceites o grasas vegetales los emulgentes (lecitina-E322), mono y diglicéridos de ácidos grasos (E471) y ácidos grasos.

Aunque no hay evidencia científica suficiente para demostrar los daños que estos elementos pueden causar, la Revista Digital de la Universidad Nacional Autónoma de México publicó que “uno de los riesgos para la salud es la aparición de nuevas alergias, ya que estos alimentos introducen en la cadena alimentaria nuevas proteínas que nunca antes habíamos comido. Pueden generarse procesos desconocidos que conduzcan a la aparición de toxicidad”.

¿Por qué sí?

Por otra parte, cuando se consume soya certificada como orgánica esta puede resultar muy benéfica para la salud. Guadalupe Esquivel, consultora en nutrición y salud, asegura que esta semilla “cubre los las recomendaciones de los aminoácidos indispensables, sustancia que forma las proteínas. Fuente de proteínas de alta calidad, es equiparable al consumo de leche o huevo. Además aporta fibra, vitaminas, antioxidantes y Omega 3, 6 y 9”.

“Es un alimentos muy versátil porque se puede consumir como frijol cocido, en aceite o texturizada tipo carne, pollo, chorizo o en trozos. También se pueden hacer bebidas como malteadas o licuados y cuando se combina con harina de maíz o trigo aporta una gran cantidad de proteínas y pocos saben que te permite elaborar otros productos como tortillas, panes, pastas, galletas y cereales”, agrega la experta.

Y, desde luego, el sabor es otro de los factores que hacen que este alimento ancestral, tenga el valor que tiene. Suave, con reminiscencias al trigo pero con un toque un tanto más dulce, la soya es utilizada en una amplísima variedad de recetas, desde platos fuertes hasta postres.

De acuerdo con la Administración de Alimentos y Fármacos (FDA) estadounidense, el consumo de 30 gramos de proteína de soya al día, ayuda a disminuir riesgos cardiovasculares, mejora la función de los vasos sanguíneos y previene la generación de coágulos. Pero, sin duda, antes de consumir soya se debe analizar la problemática y elegir la que no ponga en riesgo la salud.

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