En un espacio destinado a las expresiones teatrales, ubicado en la colonia Roma de la ciudad de México llamado “La Teatrería”, se llevó a cabo un ejercicio diferente e interesante que jugó con nuestros sentidos.

Esta actividad se llamó “Experiencia Sinestésica”, y fue realizado con los vinos de Casa de Piedra, creados por su enólogo Hugo d´Acosta, con la finalidad de mostrarnos cómo no existe una forma única de percibir el mundo y los vinos.

El desarrollo de la experiencia inició con el acceso al foro de La Teatrería en un ambiente de total penumbra donde los asistentes tomaron su lugar.  Al frente de cada uno de ellos se encontraba una cartulina blanca tamaño doble carta y algunos crayones de colores, sin más qué decir que la bienvenida a la experiencia, el ejercicio dio inició con el servicio de un vino blanco, en este momento el escenario empezó a sufrir cambios de colores que por supuesto afectaban la percepción de nuestra vista y de las tonalidades del líquido en copa, probamos el vino percibiendo notas cítricas, herbales y de miel, por lo que teniendo una hoja en blanco frente a nosotros algunos iniciamos con trazos de colores que surgían a fin de expresar nuestras impresiones del vino que recién entraba a nuestro paladar.

Ejercicio desconcertante

Unos minutos después retiraban la primera copa y aparecía la segunda, ahora una variable se sumaba al escenario la presencia de música, el ejercicio era el mismo, tratar de ver el color, tomar nota de los aromas y de su presencia en boca acompañados al oído por “La valse des monstres” de Yann Tiersen, de la película Amélie.  El vino se parecía al anterior pero surgían tal vez notas un poco diferentes, la miel ya no estaba o no se distinguía de manera evidente, la temperatura era un poco mayor, surgió la pregunta ¿Qué vino habrá sido?

Se repitió el ejercicio con tres bebidas más, al parecer era tinto lo que nos servían, las experiencias en cada una de las copas presentaba ligeros cambios en nariz y en boca, lo que veíamos o tratábamos de ver y lo que percibíamos en nariz dejaba dudas, en boca creías reconocerlo, con todo y la confusión no dejaba de ser agradable cada copa, aunque un poco desconcertante.

¿Cuántas etiquetas habíamos probado en total?  Sólo habían sido dos, Piedra del Sol 2013, chardonnay y Vino de Piedra 2010, cabernet sauvignon y tempranillo, ambos procedentes del Valle de San Antonio de las Minas en B.C.

La sinestesia del vino

Según el diccionario de la Real Academia Española, la palabra sinestesia tiene dos acepciones, en su contexto biológico significa: “Sensación secundaria o asociada que se produce en una parte del cuerpo a consecuencia de un estímulo aplicado en otra parte de él”, y en el psicológico: “Imagen subjetiva, propia de un sentido.

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