La gran paradoja de la política mexicana del momento es que mientras el presidente López Obrador tiene a su lado al pueblo enamorado, su gobierno va de tumbo en tumbo. Conforme se agota la luna de miel, existe desconcierto y preocupación generalizada por el futuro del país. Es claro que se trata de cambiar, el punto es que no se sabe bien cómo se instrumentarán los cambios prometidos. El presidente va seguro, disfruta verse alabado por sus seguidores, predica el bien en general, no solamente el bien social, sino que sermonea una caprichosa agenda de una nueva moralidad. Ha instaurado el Catecismo de Fe de la 4T. El desbarajuste actual no parece importar. No obstante la gloria presidencial, un segmento de la sociedad mira estupefacto las tonterías y la ignorancia de su gobierno.

En el trágico episodio de los quemados por huachicol, en que tanto el presidente como el gobernador de Hidalgo estuvieron personalmente a la altura de la desgracia, faltó la respuesta institucional al problema. Así como cuando después de los sismos de 1985 se creó el Centro Nacional de Prevención de Desastres, la réplica debería ser la creación de un Hospital de Quemados. En 1947, después de una explosión en Texas, el estallido más funesto de la industria estadounidense, en que murieron quemadas seiscientas personas, se creó un hospital para quemados, que ahora es referente mundial: el hospital Shriners de Galveston, que recibió a algunos pequeños quemados en la explosión de Tlahuelilpan, gracias a la gestión de la fundación Michou Mau que encabeza Virginia Sendel.

Los tropiezos se vienen documentando cada día. Hay episodios increíbles, como el viaje de tres secretarios de Estado (Relaciones Exteriores, Energía y Función Pública) a comprar pipas de gasolina a Estados Unidos, como si esa fuera su función y no la que señala la Ley Orgánica de la Administración Pública. Funcionarios de Pemex acudieron a Nueva York para convencer a inversionistas extranjeros que habrá un nuevo Pemex que garantizará las deudas contraídas. Regresaron con un portafolios repleto de fracaso. Así una tras otra: el CNTE detiene el tránsito ferroviario en Michoacán, lo que compromete operaciones mercantiles millonarias. El asunto deriva en una confusión de facultades. Para el presidente López Obrador es un asunto de Michoacán; para el gobernador es un asunto federal en tanto ocurre en las vías del ferrocarril que son federales. Mientras tanto, la carga está detenida por la CNTE. El secretario de Educación en lugar de resolver el problema magisterial ofrece un programa de enseñanza de inglés, en una nueva modalidad espeluznante: está a cargo de profesores que no saben la lengua de Shakespeare.

El lugar de México en el Foro Económico Mundial de Davos, a donde no fallaba la representación mexicana hace años, quedó vacío, generando suspicacias en el sector financiero exterior que invierte en México, no obstante que el presidente reafirma que México requiere inversión, que no basta la pública ni la privada nacional, sino la misma inversión extranjera a la que ahuyenta.

En cuanto a la necesidad de un verdadero Estado de derecho, la aplicación de la tesis del punto final puede ser efectivamente el punto final, pero de la esperanza que generó el presidente con su bandera anticorrupción. ¿Cómo conciliar la aplicación de las leyes para alcanzar la justicia y el olvido de todas las trapacerías del pasado reciente? ¿Cómo entender que el abanderado de la anticorrupción perdone la corrupción?

El presidente López Obrador es beisbolista, lo que aumenta con razón y méritos su popularidad entre una fanaticada beisbolera secularmente olvidada por los presidentes desde Miguel Alemán. Como pelotero, sabe que cuando el pitcher que inicia el partido no trae nada en la bola —como se dice en el argot—, es decir está perdido y los bateadores lo acribillan, el manager debe tener listo al pitcher de relevo, eso si no quiere perder el juego. Algunos de los lanzadores del equipo presidencial no saben, no dan golpe, no traen nada en la bola, no pueden sacar ni un out y el juego inexorablemente avanza.


Investigador nacional en el SNI.
@ DrMarioMelgarA

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