El pasado 17 de octubre se conmemoró el 65 aniversario del reconocimiento del voto femenino en nuestro país. Europa fue pionero, Finlandia fue el primer país en reconocer este derecho y acudir a las urnas el mismo año (1907). A paso lento lo fueron haciendo los demás países, 47 años después, México reconoció el derecho al sufragio activo y pasivo de las Mujeres .

En la XLII Legislatura (1952-1955) de la Cámara de Diputados exclusivamente hubo una mujer legisladora, es decir, el 0.2%. En el Senado , fue una década después, hasta 1964, cuando fueron electas dos Senadoras, que representaban el 1.5% del total de la Cámara. En la Suprema Corte de Justicia de la Nación la primera mujer Ministra fue designada en 1961 (María Cristina Salmorán) y la primera Gobernadora , en 1979 (Griselda Álvarez, Colima).

Los anteriores datos, nos demuestran que no es suficiente el reconocimiento formal en la Constitución y en la ley, de un derecho. Son necesarias las medidas y los cambios estructurales para su materialización. Han pasado 65 años. Transitamos del reconocimiento formal, a la obligación semántica e indicativa a los partidos; posteriormente, de las cuotas del 30% y 40%, a la paridad en el registro de candidaturas.

Por fin se alcanzó la paridad en la conformación del Senado (el 49.21% son Mujeres), y en la Cámara de Diputados (el 48.2% de Mujeres). Según las cifras de la Unión Parlamentaria (septiembre 2018) México sólo es superado en la Cámara baja por Ruanda (61%), Cuba (53.2%) y Bolivia (53.1%);y en el Senado, por Antigua y Barbuda (52.9%) y Bélgica (50%).

Pese al crecimiento de la representación de las Mujeres en los congresos o parlamentos. De los 193 países reconocidos por la ONU , sólo en 53 alguna mujer preside un órgano legislativo. Las mujeres ocupan el 19% del total de 279 puestos en el mundo. La primera vez que alguna mujer ocupó la Presidencia de un órgano legislativo fue en 1927 (Austria). En México ocurrió hasta 1994, con la diputada Sofía Valencia.

Actualmente, en nuestro Congreso Federal, ambas Cámaras son presididas por hombres. En las coordinaciones de grupos parlamentarios de ambos órganos legislativos sólo hay una mujer (PES-Diputados). En las Comisiones, la desigualdad continua , no se respetó la paridad y se adjudicaron el 57% de las Presidencias a varones. Ésta distribución fue aprobada por las respectivas Juntas de Coordinación Política, en donde, por cierto, en la Cámara de Diputados no hay presencia femenina. Esto último, sin duda es reflejo también de las presidencias de los partidos, tres de nueve recaen en Mujeres (33%).

Una buena noticia lo es el anuncio de la integración paritaria del próximo gabinete presidencial, en el que, de no haber cambios, 8 de 16 Secretarías se distribuirán para un género distinto.

El mayor rezago está en el ámbito subnacional. Pese a que, de confirmarse el resultado en Puebla tendremos por primera vez tres gobernadoras ejerciendo al mismo tiempo (Ciudad de México, Sonora y Pueblaesta cifra representa sólo el 9% del total de entidades federativas en el país. Respecto a las entidades con elección de Presidencias Municipales en 2018 (25) elporcentaje de Presidencias Municpales se incrementó al 27.2%; incrementándose en trece puntos porcentuales. No obstante, es una cifra alejada de la paridad.

Otro dato positivo: en las elecciones de este año, en los 27 Congresos que se renovaron, se alcanzó el 48.7% de mujeres, siete puntos porcentuales más que en el pasado.

Hace unos días, la Senadora Malú Micher, Presidenta de la Comisión de Iguadad de la Cámara Alta, presentó una iniciativa de reformas Constitucionales que contemplan la paridad en los organos colegiados públicos de los tres Poderes de la Unión y en los tres niveles de gobierno, así como en los órganos autónomos constitucionales. Dicha propuesta contempla varias medidas afirmativas que desafortunadamente son necesarias, tales como la paridad en sus vertientes horizontal y vertical en la confortmación de los órganos municipales. Además, cuando el número de integrantes de un órgano colegiado sea impar, se privilegiaría una mayor presencia de mujeres.

El nuevo reto, sin duda, es eliminar la resistencias a que las mujeres ejerzan los cargos para los que son electas. Diciéndolo claro, la violencia política en razón de género. Es increíble que en pleno 2018 existan conductas intimidatorias, amenazas, vilolencia para que las mujeres no accedan a los espación de toma de decisión, aun y cuando fueron electas democráticamente.

La sociedad mexicana y sus políticos deben hacerse a la idea de los que derechos no sólo se reconocen, sino que se ejercen. Guste o no, las mujeres llegamos para ocupar paritariamente los espacios públicos y privados.

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