El pasado 8 de octubre elementos de la Fiscalía Especial de Justicia del Estado de México detuvieron al director de Seguridad Pública de Malinalco y a dos de sus elementos, como parte de las investigaciones del asalto a una camioneta que transportaba el pago del programa de adultos mayores sobre la carretera Chalma-San Andrés. La parte más trágica de la historia fue que en el evento murió un policía que estaba a dos años del retiro, de reconocida honestidad. Las autoridades estatales presumen que el director de Seguridad y sus elementos fueron quienes orquestaron el atraco. Al momento del funeral del policía fallecido, la familia no permitió la entrada del actual presidente municipal.

Malinalco es un municipio de 27 mil habitantes y ocupa uno de los primeros lugares en el catálogo de Pueblos Mágicos. Situado en un valle entre montañas, cuenta con múltiples atractivos: una zona arqueológica única, escarbada en la montaña; monasterio y ocho iglesias agustinas del siglo XVI, un clima extraordinario y rica vegetación. Y la afabilidad de sus habitantes. Lugar ideal para un fin de semana de descanso.

Se dice que la seguridad pública y la política no van de la mano, o no deberían ir de la mano. Sin embargo, en éste, como en casi todos los municipios, la seguridad pública depende de quién es la autoridad municipal y de sus compromisos con su partido y con la autoridad estatal. En 2013 el entrante presidente municipal recibió un municipio altamente inseguro. Empresario local sin mayores compromisos políticos, dio un giro importante a la seguridad pública. Honestidad y profesionalismo fueron sus directrices. Conciliación y alianzas con organizaciones de la comunidad. Se redujeron los índices delictivos y se incrementó el trabajo de prevención social con las comunidades. Gobernó para Malinalco, no para Toluca.

La revancha política no se hizo esperar. Con todos los trucos, mañas y trampas del catálogo electoral, Toluca recuperó el municipio y lo puso en manos del mismo personaje del trienio 2009-2012, de probada lealtad. De nuevo se incrementó la inseguridad, se amplió la brecha entre autoridad y comunidades, reaparecieron las extorsiones y los abusos de autoridad. El trabajo del trienio anterior se fue por la borda. La nube de corrupción e inseguridad volvió a cubrir Malinalco.

A pocos sorprendió la detención del director de Seguridad Pública y difícilmente alguien abogará por él. El actual presidente, su jefe, no ha dicho esta boca es mía. Sin embargo, para muchos es una señal de que, a pesar de todo, existen atisbos de justicia en nuestro país.

Tres hechos y una pregunta destacan de esta historia. Primero, que en nuestro país la seguridad pública sigue estrechamente ligada a la política. Los brincos de 180 grados de un trienio a otro en función de quien gobierna, se multiplican por todo el país. Segundo, el descuido y desatención de las autoridades estatales al tema de la seguridad pública municipal una vez que se logra el control político, a pesar de que la figura del mando único, vigente en la entidad, los hace directamente corresponsables. Tercero, que el gobierno municipal entrante no es ninguna garantía de que las cosas mejoren, pues dependerá de sus intenciones y habilidades, pues el sistema político lo dejará hacer. Así funciona, o al menos así ha funcionado hasta ahora.

La pregunta es sencilla: ¿Qué tendrán en mente los diseñadores de la estrategia de seguridad del próximo gobierno federal para corregir la disfuncionalidad del federalismo mexicano en materia de seguridad pública? Hasta ahora sólo sabemos que buscarán concentrar y centralizar todos los temas de seguridad en una sola entidad. ¿En qué medida esto servirá a los poco más de los 2 mil 400 microcosmos de seguridad en el país?

Consultor en temas de seguridad y política
exterior. lherrera@coppan.com

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