Poner los ojos en el istmo después de los sismos nos permitió recordar la grandeza de esa región y, en particular, la fortaleza de las mujeres zapotecas que, de algún modo, se han caracterizado por su visibilidad. La imagen de las tehuanas ha formado parte de la vida nacional con un rol protagónico.

El istmo de Tehuantepec tuvo, desde la época colonial, un auge derivado del comercio marítimo. A finales del Porfiriato, se tendieron las líneas del ferrocarril que permitieron un desarrollo diferenciado en relación con otras regiones del país y del estado.

Los hilos y telas que llegaban de oriente y la influencia española e indígena, dieron lugar al traje de la tehuana que, en su versión de gala, es portado por la mayoría de las mujeres en sus fiestas tradicionales y, en su versión del día a día, se encuentra omnipresente en cualquier rincón de los pueblos del istmo.

La imagen de la tehuana ha sido tan relevante, que un rostro con “resplandor” ocupó durante décadas el lugar reservado a los héroes en un billete del Banco de México. Lázaro Cárdenas, congruente con su política de reforzar nuestras raíces indígenas, decidió que Estela Ruiz apareciera en el billete de 10 pesos.

Las tehuanas son recurrentes en las pinturas de Diego Rivera y Miguel Covarrubias, así como, por supuesto, en las de Frida Kahlo. María Félix vistió en el cine el traje tradicional y también apareció con él en los numerosos cuadros que le pintaron a lo largo de su vida. En la música tradicional, aún “la llorona” llevaba un hermoso huipil cuando salía del templo. Lila Downs y Susana Harp han recreado ésta y otras canciones, revitalizándolas.

El rol económico que juegan las mujeres del istmo y el empoderamiento que reflejan han llevado a pensar en una organización social distinta a la patriarcal; sin embargo, los datos empíricos no muestran, en cuanto a los roles, diferencias notables. Ellas se dedican a las labores domésticas y de cuidado de los hijos y simultáneamente a la manufactura y venta de productos. Son comerciantes por excelencia y, a pesar de la imagen de fortaleza en el espacio público, también hay cifras que consignan, desafortunadamente, violencia intrafamiliar contra ellas.

En cuanto a la representación política, apenas una decena de mujeres ha podido acceder a cargos de elección popular en los municipios de la zona y menos aún en diputaciones locales y federales. Gloria Sánchez López es la primera presidenta de Juchitán. Ella habrá de encargarse de la reconstrucción de la ciudad, incluido el Palacio Municipal, que quedó en ruinas. Gloria es egresada de la Facultad de Ciencias de la UNAM y mantiene su identidad de mujer del istmo.

Junto a las tehuanas idílicas están las de hoy, como las mujeres adultas mayores que no aceptaron la donación de ropa porque ellas van a portar su huipil hasta la tumba. Son también auténticas tehuanas las que expresaron que no tenían que esperar a que se les ayudara para la reconstrucción de sus casas porque les bastaba con que estuvieran construidos sus hornos para de ahí sacar recursos que garanticen la sobrevivencia de sus familias. Las mujeres zapotecas están íntimamente ligadas a su tierra, y aunque están hechas de un barro resistente, a veces, como el adobe de sus propias casas, experimentan fracturas en el alma provocadas por la ausencia de sus hijos, cuando son empujados por la migración o cooptados por el crimen organizado.

Antes de los sismos, la zona ya experimentaba cierto rompimiento del tejido social. Hoy surge una gran oportunidad para que, con pleno respeto a las formas de vida de la región, comience la reconstrucción integral con la fuerza vital y pujanza que les caracteriza.

La gente del istmo se encargará de marcar, como sucede con su música, los ritmos y los tiempos de su propio resurgimiento.

Directora de Derechos Humanos
de la SCJN. @leticia_bonifaz

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