Los océanos son fuente de vida aunque lo pasemos por alto con regularidad. Olvidamos que la vida del planeta se originó en ellos; olvidamos su diversidad y dimensión, su capacidad de regular el clima y absorber el dióxido de carbono de la atmósfera; olvidamos que son fuente de recreación y un espacio que nos une globalmente. Los océanos representan un importante motor de crecimiento económico y desarrollo social que vale la pena recordar en este Día Mundial de los Océanos.

El mar me ha fascinado desde niña, de ahí que dedico mi tiempo a promover su aprovechamiento bajo un esquema de desarrollo económico en armonía con el medio ambiente. Mi sueño es que todos los sectores que vivimos de los océanos nos unamos para dar a conocer sus beneficios y buscar soluciones a los grandes retos que enfrentan. Por ello hemos lanzado, junto con una red de aliados, la campaña #YoPorLosOcéanos, como un esfuerzo para compartir su importancia y mostrar por qué debemos implementar acciones efectivas a favor de su sustentabilidad.

Los paisajes y recursos de los mares generan millones de empleos que van desde el pescador hasta el chef, desde el transportista al operador de tours, pasando por una larga cadena de actividades de las que dependen ciudades enteras. Los océanos son la vía más antigua de comercio en el mundo. La industria naviera es responsable del transporte de casi 90% del comercio mundial y la economía azul representa alrededor de 150 mil millones de dólares, generando más de 31 millones de empleos directos a nivel global.

Además, el mar representa el espacio de recreo gratuito más preciado del mundo. Millones de personas viajan a las zonas costeras para descansar y divertirse cada año. En México, alrededor del 15% del PIB corresponde a actividades turísticas y buena parte de ellas ocurren en el mar y la costa.

Otra razón por la que debemos priorizar la sustentabilidad es el potencial alimenticio del mar. Se estima que entre 15 y 20% de la proteína animal que consumimos procede de especies marinas. En poco tiempo dependeremos mucho más de la proteína marina que de ninguna otra. Por ende, debemos valorar la pesca y la maricultura como actividades primordiales para la seguridad alimentaria del mundo.

A pesar de todos estos beneficios, somos testigos de consecuencias graves por falta de acciones oportunas. La sobreexplotación de recursos, las actividades ilegales, la contaminación y el cambio climático ponen en riesgo la salud de los océanos y nuestra economía.

La buena noticia es que aún podemos asegurar un aprovechamiento con visión estratégica y de largo plazo. Mi optimismo se fundamenta en evidencia: México está conectado con mercados internacionales a través de un amplio sistema portuario; somos el segundo país a nivel mundial con mayor número de humedales protegidos; tenemos sitios de buceo y playas inigualables; nuestras áreas marinas protegidas equivalen al territorio de Ecuador y Paraguay juntos; además, 25% del volumen de nuestra producción pesquera está certificada como sustentable, cuando el promedio de otros países es solo del 12%.

Para seguir avanzando y asegurar la sustentabilidad de nuestros océanos, debemos impulsar una estrategia a largo plazo que nos permita desarrollar políticas públicas de forma participativa, transparente y transversal. Los sectores que dependemos de los océanos no somos los únicos responsables de dar a conocer los beneficios que recibimos de éstos y la necesidad de impulsar políticas que favorezcan la sustentabilidad: somos todos y el momento es hoy. Si disfrutas o te beneficias del mar, ¡únete a la campaña #YoPorLosOcéanos y comparte tus ideas! Éste es el primer paso para voltear a ver al mar, recordar sus beneficios y asegurar su futuro sustentable.

Directora general del Programa
Océanos de EDF de México

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