Honrar, honra
A los heroicos soldados del Ejército Mexicano.

Hechos vergonzosos lastimaron los más profundos sentimientos del orgullo nacional. Fue en la tierra de Morelos, Melchor Ocampo, Lázaro Cárdenas el pasado 26 de mayo en Michoacán, región de La Huacana. Las imágenes son estrujantes y humillantes por las agresiones aberrantes sufridas por una patrulla militar que cumpliendo con su deber fue secuestrada, agredida, insultada, amenazada y desarmada por una caterva de primates.

El fenómeno anterior parece una táctica esquizofrénica, llena de furia asesina, conjura o conspiración de Caballos de Troya, quintacolumnistas, en contra de la institución más noble de la República: El Ejército.

Fue un acto reprobatorio a todas luces al desarmar a soldados del Ejército que simplemente cumplían órdenes de resguardar la “seguridad”, profundamente descompuesta en esa región. La institución llamada Ejército Mexicano fue ultrajada, insultados y agredidos físicamente. Estos campesinos en uniforme de acuerdo a nuestras leyes son soldados, se enfrentaron a una gavilla con armas de alto poder, procediendo al decomiso de vehículos y armamentos por la violación flagrante a la Ley de Armas de Fuego y explosivos.

¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo abusarán de la paciencia de las instituciones? Esta “delincuencia organizada”, lastimando sentimientos muy profundos nacionales, agrediendo y secuestrando a este pelotón, es un insulto intolerable, un escupitajo a nuestros símbolos nacionales que los soldados portan con orgullo en su uniforme como es nuestra bandera. Lo anterior nos ha causado una profunda reprobación e indignación a quienes admiramos a las Fuerzas Armadas, al observar atónitos imágenes y groserías en contra de los garantes y centinelas del orden constitucional y legal, que, obedeciendo órdenes, respetan derechos humanos, luchan contra estos grupúsculos que han establecido su propio orden criminal.

¿Acaso los soldados no son seres humanos?, ¿no son titulares de derechos humanos?, ¿se les puede secuestrar, insultar y no pasa nada? Son preguntas que merecen respuesta de las instituciones que deberían velar por los derechos de toda persona.

Es público y notorio que diversos órganos policiacos y gobiernos locales han sido rebasados, no tienen capacidad para enfrentar esta ofensiva que prolifera no solo en Michoacán, en muchas partes del país. Cometen todo tipo de agresiones, extorsiones, amenazas a unidades militares, quienes con una profunda madurez y responsabilidad protegen la vida de seres humanos decidiendo no utilizar las armas para lastimarlos.

El honor nacional ha sido mancillado por esta delincuencia que ataca con saña y por instinto utilizando cobardemente escudos de niños y mujeres para evitar ser detenidos. Los mexicanos exigimos justicia y respeto al Ejército Mexicano, institución que históricamente ha demostrado lealtad y compromiso con las instituciones nacionales, coadyuvando además en el auxilio de la población civil en caso de desastres naturales con el plan “DN-III-E” a lo largo y ancho del país, como muestra de su vocación humanitaria.

Los grupos delincuenciales antes citados incurrieron en diversos delitos: secuestro, privación legal de la libertad, amenazas contra instituciones, ultraje contra autoridades militares. Lo más delicado y lamentable sería la impunidad. Se debería ejercitar impartición de justicia para castigar estos delitos. El honor y decoro de las instituciones está por encima de cualquier interés de grupo que vulnere el orden legal y constitucional y de la república.

Un desagravio por parte de la nación entera y las instituciones nacionales, ante estos repugnantes y asquerosos acontecimientos, sería lo menos que deberíamos de hacer como mexicanos agradeciendo a esta noble institución que no claudica, no duerme, no se cansa, simplemente obedece órdenes superiores.

Centro de Estudios Económicos y Sociales
del Tercer Mundo AC

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