El próximo miércoles 2 de enero, el pleno de la SCJN elegirá al nuevo presidente del alto tribunal, de entre cuatro de sus integrantes que han levantado la mano para encabezar uno de los poderes públicos del Estado Mexicano, que se encarga entre otros asuntos de hacer valer los principios y disposiciones de la Constitución, ofrecer con sentencias y resoluciones diversas la protección jurisdiccional más amplía en favor de los derechos humanos y ser la instancia colegiada más representativa e importante de la justicia en México. En esencia es el poder que puede frenar el poder de otros, cuando no se ajustan a lo que dispone la Constitución. Sin más.

Si una democracia es además del gobierno representativo de la mayoría, el gobierno de los límites al ejercicio del poder, entonces es fundamental para la República, contar con una Corte que sea funcional y que, además, esté bien representada y que tenga liderazgo.

Por fortuna, los constituyentes de Querétaro en 1917 quitaron la elección universal del presidente de la SCJN. Imagínense tener otro proceso electoral para elegir por medio del sufragio a las autoridades jurisdiccionales. No puedo pensar en las campañas que, aparte de onerosas, se podrían prestar a ofrecer cosas imposibles de cumplir y más cuando se trata de temas relacionados con la justicia en donde la ley y no las personas, es la única guía que ofrece certeza para todo gobernado.

El nuevo presidente será elegido con sólo seis votos de once ministros que conforman el pleno de la Corte. En el caso de que en la primera elección, por cualquier razón, hubiere un empate o no se lograrán los votos mínimos requeridos por ley, entonces se va a una segunda vuelta con los candidatos que más votos alcanzaron para que se decida con voto de mayoría simple (la mitad más uno), al nuevo presidente de la SCJN. A diferencia de la elección pasada, ahora sí está completo el pleno de la Corte, por lo que difícilmente veremos más de tres rondas para elegir a su nuevo representante.

Si bien es cierto que formalmente no hay campaña electoral, no quiere decir que los contendientes están limitados por la ley para presentar sus propuestas de trabajo. La normatividad que regula el proceso les permite presentar en los primeros cinco días de diciembre, las líneas generales de su proyecto de trabajo. Aspecto que han cubierto los aspirantes.

De su lectura se puede apreciar que hay similitudes en todas las propuestas, dado que son líneas generales, pero lo que va a hacer la diferencia de cada propuesta, es la implementación de cada programa de trabajo.

Al respecto, creo que será interesante ver hacia dónde se inclinan los ministros, para apoyar la agenda de temas que crean más idónea y oportuna ante los nuevos retos que tienen por delante, en donde claramente hay pendientes externos que son preocupación común de todos sus integrantes, pero también internos y muchos, como es el caso del nepotismo y la disfuncionalidad que ha demostrado tener el Consejo de la Judicatura, para resolver temas de corrupción, mala administración y dispendio.

De los cuatro aspirantes a presidir la corte, hay dos que son internos, en donde creo que su visión de la justicia es en lo general conservadora, y otros dos que son externos al Poder Judicial, en donde creo que sus posiciones han sido más liberales para resolver y votar los temas que les han asignado. Sea como sea, pronto sabremos si la SCJN se ha inclinado por modernizar y reformar sus estructuras internas, para adecuar su marco de actuación a las nuevas realidades del país, o si bien, creer que nada ha cambiado ni cambiara. La diferencia estará en sólo seis votos.

Post Scriptum.- Juan Luis González Alcántara fue elegido en días recientes como nuevo ministro de la SCJN. Designación oportuna de un profesor destacado de la UNAM. Aprovecho para felicitar a todos los lectores, deseando que tengan un año 2019 venturoso y de muchas realizaciones.

Académico en la UNAM
@Jorge_IslasLo

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