A la memoria de
María de los Ángeles Moreno,
con respeto y admiración. Qepd.

El presidente Andrés Manuel López Obrador ya entregó a la Cámara de Diputados el Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2019-2024. Lo hizo en tiempo y forma como lo obliga la Constitución, y donde la Ley de Planeación que data de 1983 y reformada en 2018, da el detalle de cómo y cuándo debe hacerlo.

¿Qué y para qué es, a quiénes beneficia? ¿Sirve? Vale la pena hacerse estas preguntas porque este es el primer PND preparado por personas muy diferentes a las que han estado en la administración pública en los últimos cinco sexenios. Y porque por primera vez la Cámara de Diputados, además de analizarlo y discutirlo, lo va a aprobar.

Empiezo con un ejemplo real. Al presidente Fox el PND le sirvió para desactivar las drásticas modificaciones que hizo una mayoría de diputados de la oposición en el presupuesto de egresos de 2005. Fue fundamental en la argumentación que el ejecutivo federal presentó a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la cual le dio la razón. El argumento central: esas modificaciones hubieran impedido cumplir con lo establecido en el PND. Le sirvió al presidente para contener enfrentamientos con un poder legislativo que quiso arrinconarlo.

El PND equivale a una carta de navegación para un gigantesco barco transatlántico que lleva a casi 126 millones de personas, en 10 cubiertas con 32 secciones, y que es obligatoria para todos los que integran la tripulación, desde los almirantes hasta los marineros que están en la cocina. Da orden y alinea a todos para una conducción adecuada del barco. Por ello se requiere de un objetivo general, principios, ejes generales, ejes transversales, programas regionales y programas especiales, que coordinen a toda la tripulación.

Aunque dentro del planeta el territorio mexicano permanece fijo, dentro de la economía global y la geopolítica, nuestro país sí se mueve de acuerdo a las corrientes del comercio y los flujos financieros, y enfrenta severos choques económicos cuando se mueve el precio del petróleo y las tasas de interés. De lo que se trata es que los pasajeros de esta gran nave se la pasen cada vez mejor y que lleguen al siguiente puerto sanos, y preferiblemente bien alimentados, con una educación que les permita ser más creativos y productivos. Como trasladar a tantas personas de un punto a otro, además de representar una gran responsabilidad, implica un conocimiento de los mares y la geografía, es imprescindible que exista una preparación para ello.

En breve, este PND sí es muy diferente al menos a los últimos tres. Este sobresale porque claramente consta de dos partes: un componente ideológico, no visto antes, y que sirve para responsabilizar del mal estado de la nave y de los pasajeros a la deficiente navegación “neoliberal” que logró dos Méxicos contrastantes entre la pobreza y la opulencia. Postula que más de treinta años de reformas a las estructuras del barco no permitieron mejorar las condiciones de los pasajeros ni del mismo barco. En lo que sí es diferente este PND al del presidente De la Madrid y al Plan Global de Desarrollo del presidente López Portillo, es que si bien todos estos ponen un gran énfasis en la rectoría del Estado, el PND de AMLO en su expresión ideológica recalca su compromiso con la autonomía del Banco de México y la disciplina fiscal, entendida como no gastar más allá de las posibilidades.

El otro componente consta de un documento técnico que por mucho supera a los PND anteriores por su estructura, claridad y que define objetivos acompañados de indicadores con punto de partida y metas a final de sexenio.

De la lectura de este PND se desprende que para impulsar otras fuentes de crecimiento económico diferentes a la formación bruta de capital, la gran responsabilidad estará en la SEP, Conacyt, Agricultura, Economía y Seguridad, para aplacar la corrupción y despertar la productividad.

Economista. @jchavezpresa

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