Durante las últimas semanas se multiplicaron decisiones de AMLO y/o de miembros de Morena que causaron gran molestia entre grupos de la ciudadanía y los mercados. Su efecto ha sido causar preocupación y rechazo entre algunos, y reconocimiento entre otros, en esencia quienes votaron por AMLO. Por eso su popularidad alcanzó casi 80%.

¿Es esta cadena de decisiones casual, o producto de una estrategia política deliberada de López Obrador y Morena? Varios de los asuntos en cuestión no deben sorprender, pues fueron adelantados por AMLO y Morena, años atrás y durante la campaña. El mejor ejemplo es la cancelación del aeropuerto de Texcoco, al igual que la reducción de las comisiones bancarias, que el senador Monreal planteó desde 2007. Otros son recientes, como la propuesta de limitar la autonomía o desaparecer las comisiones reguladoras del sector energía (Mario Delgado), limitar la participación de particulares en el sector agua (fantasma privatizador, Martí Batres), modificar la ley de las cámaras empresariales y sus confederaciones para debilitar la representación empresarial (H. Rodríguez, diputado por Morena), entre otros asuntos.

Cada una de estas iniciativas amerita análisis a fondo, que seguramente identificará aspectos positivos y negativos. Sin embargo, en los hechos lo que ha causado enojo, desconfianza, inestabilidad de los mercados es la manera como se plantearon dichas propuestas, su tono confrontacional y su desprecio por las formas políticas, de tal que constituyen verdaderas provocaciones. El impacto resulta de la combinación entre sustancia y forma. Por ejemplo, “no quedará ni una coma de la reforma educativa” (Mario Delgado). También resulta de que se presenten iniciativas impulsadas por legisladores “en lo personal”, sin previa comunicación y consulta con los sectores afectados. Sorprende que, en lo que se refiere a comisiones bancarias, un legislador tan experimentado como el senador Ricardo Monreal no se haya acercado previamente al Banco de México, a la CNBV y a la Asociación de Bancos de México (ABM). Cabe la pregunta ¿conocían esta iniciativa el próximo secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, Alfonso Romo, Adalberto Palma, y el propio AMLO? Este tipo de provocaciones impulsan la polarización en el país, que es el mayor riesgo para la gobernabilidad durante el próximo sexenio.

No puede descartarse que las “iniciativas confrontacionales” respondan a una estrategia deliberada de polarización, de “divide y vencerás” de AMLO respecto a sus no seguidores y adversarios políticos. Hay antecedentes de estrategias similares en otros países, al inicio de movimientos populistas. Si se otorga el beneficio de la duda, como fue el caso antes de la decisión de Texcoco, ¿será esta cadena de acciones “confrontacionales” resultado del desorden interno que impera en Morena y en el próximo gobierno?

El lenguaje polarizante es mucho más atractivo para la mayoría de la gente por su naturaleza: es sencillo (“los aviones se repelen”), directo, simplifica procesos dicotómicamente (blanco o negro), refuerza la idea de definir al nosotros a partir de excluir a los otros. No debe olvidarse que la polarización fue bautizada por el propio AMLO: los “fifís” y los otros (el pueblo).

Propiciar una mayor polarización en un país que por diferencias y desigualdades ya está polarizado, donde los extremos sociales se dan a partir del distanciamiento de las clases en función del ingreso, falta de igualdad de oportunidades, acceso a la salud, educación, y empleo, sería una gran perversidad.


Presidente de GEA Grupo de Economistas
y Asociados / StructurA

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