En el mundo la obesidad es la principal amenaza a la salud del siglo XXI, 4 de cada 10 personas mayores de edad se pasan de su peso ideal, más del doble que aquellos que lo hacían en 1980. Este problema crece a un ritmo mayor entre la población infantil y juventud.

México no solamente no escapa de esa tendencia global, sino que ocupa el primer lugar, con la mayor tasa de sobrepeso y obesidad de los países de la OCDE, por delante de Estados Unidos. Según los datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut, 2016) 73% de la población adulta padecía sobrepeso u obesidad: 7 de cada 10 adultos, 4 de cada 10 jóvenes y uno de cada 3 niños.

Según el Registro Nacional de Peso y Talla, liderado y realizado en colaboración por el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia, la Secretaría de Educación Pública, la Secretaría de Salud y el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, 34.5% de niñas y niños en la población infantil que cursa educación primaria sufren de sobrepeso y obesidad. Lo más preocupante aún, que al ingresar al primer año la prevalencia de sobrepeso y obesidad es de 26% y al llegar al sexto grado esa cifra se eleva hasta 40%.

La obesidad es una consecuencia de la mala nutrición, su impacto es crónico, pues fomenta enfermedades como la diabetes, los problemas cardiovasculares o el cáncer, que aparecen después de décadas. La obesidad es el socio criminal de la diabetes.

En 37 años (desde 1980) el número de defunciones por diabetes en México se ha multiplicado por 7 veces y ya es la segunda causa de muerte, representa un 40% del total de defunciones. En consecuencia, se gastan 50 mil millones de pesos al año, la mitad del presupuesto de salud, para su tratamiento, lo que amenaza la viabilidad del sistema público de salud del país.

El sobrepeso, la obesidad y sus enfermedades crónicas asociadas se incuban en la niñez, en las edades en las que se cursa la educación primaria, por ello son también un problema educativo. Hay una estrecha relación entre la obesidad infantil y problemas de aprovechamiento escolar, pues la obesidad desajusta la memoria y el aprendizaje.

¿Qué podemos hacer?

El tema central es la formación de hábitos alimentarios saludables. Los hábitos transmitidos por los padres y madres de familia en el hogar determinan en gran medida el comportamiento de los niños. Sin embargo, no debemos subestimar la formación de hábitos en doble vía, es decir, que las niñas y niños tienen el potencial de influir sobre el comportamiento de sus padres.

Uno de los frentes más importantes está en las escuelas, a partir de las cuales se puede tener influencia en la sociedad para una alimentación más sana y la transformación de los hábitos alimentarios.

El mejor lugar en donde los niños pueden desarrollar actitudes positivas de alimentación para compartirlas en sus hogares, es sin duda la escuela. Es necesario valorar la importancia y trascendencia que la cultura de alimentación saludable que se fomente en las escuelas, puede tener para el éxito en las vidas futuras de sus estudiantes.

La alimentación escolar y la educación alimentaria y nutricional son piezas claves en la salud y el aprendizaje, son dos herramientas poderosas que facilitan la formación de esta cultura al interior de las escuelas.

La educación alimentaria y nutricional puede dotar de estrategias a los docentes para facilitar sus labores cotidianas de enseñanza: resolver problemas matemáticos con frutas y verduras, medir perímetros en un huerto escolar, hacer narraciones sobre alimentos saludables para mejorar ortografía y redacción, hacer poemas y rimas de las verduras, entre otros.

La alimentación escolar ofrece a los estudiantes la oportunidad de contar con una ración alimentaria en la mesa, misma que tiene la capacidad de volverse un referente para la elección de alimentos frescos y nutritivos en el hogar y el resto de la familia. Vista así, la alimentación en las escuelas no es solamente un servicio adicional, sino el ejercicio de un derecho humano, y por lo tanto es fundamental cuidar la inocuidad y calidad nutricional que se brinda en ella puesto que impacta en el desarrollo del pleno potencial de la niñez.

Naciones Unidas está comprometida con esta causa: FAO, OMS/OPS y UNICEF trabajamos una iniciativa conjunta con el objetivo de acompañar al gobierno mexicano en la generación de políticas públicas que prevengan y disminuyan la prevalencia de sobrepeso y obesidad en la edad escolar.

Representante de la FAO en México

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