Escucho mucho sobre regresar a la normalidad después de los sismos, y me alarmo. No creo que sea lo mejor volver al pasado, sin aplicar lo que aprendimos y lo que movieron los terremotos, además de la tierra y las construcciones.

Los temblores despertaron muchas cosas, entre ellas, a los millennials, que mostraron un gran corazón social. ¡Por fin descubrieron su espacio de trabajo; de compromiso!

Esto es bien interesante, porque la sociedad ha estado muy activa ayudando a los damnificados, pero la que surgió como punta de lanza fue la juventud.

Muchas organizaciones de la sociedad civil estamos comprometidos con la construcción de viviendas mediante la autoconstrucción asistida. ¿Esto qué quiere decir?

Que no queremos entregar solamente casas, sino ayudar a construir hogares. No sólo ayudar a restablecer lo que tenían, sino propiciar las condiciones para que construyan más.

Para lograrlo, se les dan todos los elementos para que las familias damnificadas construyan personalmente su vivienda, con asesoría de expertos.

Iniciada la construcción se les paga un salario a las familias y vecinos para que resuelvan el tema del ingreso y se focalicen con energía a construir su futuro.

También se les acompaña con talleres y capacitación sobre temas actuales como administración, prevención de uso de drogas, sexualidad, igualdad de género, emprendedurismo, entre otros.

La campaña denominada Movimiento Azteca 100 terminó el domingo pasado y de inmediato, el lunes, se inició la construcción de la primera vivienda: y esa vivienda es para Fausta Gómez, una mujer de cerca de 90 años, que después del temblor pensaba que no tenía salida en la vida.

¡Imagínense a esa edad, perder la vivienda con todas sus pertenencias!, pero gracias al esfuerzo colectivo, su dolor e incertidumbre se transformó en esperanza y felicidad.

¿Quién está construyendo? La gente de su mismo pueblo: San Simonito.

Menciono lo anterior porque en la mezcla entre esta autoconstrucción asistida y el compromiso de los millennials podríamos descubrir algo muy interesante; un llamado a que no sólo construyamos vivienda, sino que empecemos en verdad a construir hogares; que aprovechemos la autoconstrucción para conocer mutuamente los tres Méxicos: el moderno, el tradicional y el marginado.

Uno de los grandes descubrimientos que tendrán muchos jóvenes que salgan a ayudar al campo, es que no conocen México. Que a veces saben más del mundo que de su propio país y de sus habitantes. Bastará con que se vean a los ojos para que empiecen a saber de las carencias y necesidades unos de otros y canalicen su fuerza constructiva y conocimientos para crear un país unido y un tejido social sano, para el bien de todos.

Además de reconstruir tabiques y techos, reconstruyamos relaciones sociales, tejido social y nuestro gran hogar que es México. El psicólogo Benjamín Domínguez de la UNAM se dice sorprendido por la compasión y solidaridad colectiva que se dio en septiembre y pronostica que ese sentimiento va a prevalecer en los jóvenes por mucho tiempo.

Aprovechemos esta circunstancia aunada a los recursos tecnológicos de comunicación actuales para consolidar un sentimiento que surgió en la desgracia traumática, pero que debe incluir la desgracia cotidiana de la pobreza extrema.

Nada es mejor predicción del desarrollo que la armonía social sustentada en principios de solidaridad.

Presidente ejecutivo de Fundación Azteca.
@EMoctezumaB
emoctezuma@tvazteca.com.mx

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses