En el mercado Baltazar R. Leyva Mancilla no hay forma de evitar que un sicario entre y mate a un comerciante. No la hay. El año pasado entraron en ocho ocasiones y mataron a seis comerciantes. “Nadie se los impidió. No hay medida que nos mantenga seguros, estamos vulnerables, cualquier cabrón puede llegar y dispararnos”, dice Juan, un comerciante que omite su nombre por seguridad.

Juan renta un local porque el suyo lo vendió después de su secuestro hace tres años. Cuando salía de hacer ejercicio, al sur de la ciudad, hombres armados lo sometieron, lo subieron a una camioneta y lo llevaron a una casa de seguridad. Ahí vivió ocho días a mentadas de madre y golpes.

Lo dejaron en libertad después de que su familia vendió su puesto en el mercado, un carro, una casa y pidieron prestado para a completar el rescate. Ahora, Juan trabaja para reponerse porque se quedó sin nada. Desde que la violencia irrumpió en el mercado, los comerciantes han tomado algunas medidas. Comenzaron a cerrar a las 4 de la tarde, no esperan que llegue la oscuridad. En realidad, también lo hacen porque después de esa hora muy poca gente se acerca. El mercado, con la violencia, perdió cuatro horas de vida.

Todos los días reportan sus movimientos en un grupo de WhatsApp y en la mayoría de los puestos hay un radio civil para la comunicación rápida de un extremo a otro.

Además de estas medidas, desde hace años los comerciantes han pedido al gobierno del estado y al municipal la colocación de cámaras de video y la instalación de un modulo de policías permanente afuera del mercado. Ninguna de las dos solicitudes han sido contestadas.

Pero ¿Por qué en el mercado están matando a comerciantes? Eran las 4 de la tarde del 9 de agosto, cuando varios de los comerciantes vieron correr a Jorge, El Tripa, entre los pasillos para llegar a la nave 3, donde están las carnicerías. Muchos entendieron hasta que escucharon los balazos. A Jorge lo perseguían tres hombres armados que no se detuvieron hasta que quedó tirado en piso, herido. Un niño y una mujer también. Los criminales no regresaron a rematarlo, pero tampoco fue necesario, 15 días después murió en el hospital.

El interés de los grupos criminales en el mercado es por el control de la venta de la carne de puerco. Cada semana se venden unos 60 mil kilos. La mayoría de la carne la surte el narco. Su control comienza desde el rastro municipal: ahí compran toda la carne a 50 pesos el kilo y a los carniceros se lo venden a 60. Ganan 10 pesos por kilo. 600 mil semanales. 2 millones 400 mil al mes. 28 millones 800 mil en un año.

“Llegan y les ofrecen la carne. No les prohíben que la compren en otro lado. Luego vienen vendedores y les dan mejor precio, pero no la compran, porque cuando se dan cuenta que venden carne que no es la de ellos regresan y les dicen: ‘Hazme el paro, cómpranos carne y todo tranquilo’. Así, con esa sutileza”, dice quedito Juan en su puesto. Mantener la sutileza de los criminales es la permanencia de la vida. De los seis asesinados en 2016, cuatro eran carniceros, uno de ellos, El Tripa.

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