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La noche de terror en Chacotla, Mochitlan, no termina. La madrugada del viernes regresó el grupo armado que el lunes se llevó a siete y asesinó a cinco.

De acuerdo con un testimonio, en la madrugada un grupo armado volvió a entrar a casas del poblado, volvieron a saquearlas. Por la mañana de este viernes en Chacotla faltaban dos de sus habitantes: Esteban Chino, un anciano de 70 años, y su hijo Enedino, de 49, padre y hermano de Álvaro Chino Romero, uno de los siete que el grupo armado se llevó el pasado lunes y que apareció con dos tiros en la cabeza la mañana del miércoles en una carretera que va a esa comunidad.

Sin embargo, Esteban y Enedino estaban de vuelta en Chacotla a las tres de la tarde.

Los pobladores explicaron que la ausencia de ambos hombres pudo haber ocurrido porque al ver al grupo armado salieron huyendo para el cerro y así evitar ser levantados.

Este viernes el temor volvió al pueblo. Muchos prefirieron encerrarse en sus casas y sólo salir a lo necesario. Los pobladores lanzaron un llamado de ayuda para las autoridades: piden que policías e, incluso, militares los resguarden de manera permanente ante otra posible incursión.

Sobre todo, pidieron protección especial para las dos mujeres que el lunes se llevó el grupo armado y las regresó con vida. “A ellas las tienen bien identificadas”, dijeron.

Contaron que por la noche del jueves al pueblo llegaron unas ocho patrullas de la Policía Federal, pero sólo estuvieron algunas horas. Sin embargo, la presencia de los agentes no inhibió a los criminales: volvieron a entrar sin que nadie se lo impidiera.

En Chacotla la violencia llegó de manera abrupta. La noche del lunes un grupo de 40 hombres armado sitió el lugar durante cinco horas e hicieron lo que quisieron. Nadie se lo impidió. Entraron a casas, hicieron destrozos y las saquearon.

Golpearon a pobladores. Pero antes tomaron a seis personas: cuatro hombres y dos mujeres. Primero fueron por los hijos de Gabriel González, El Tigre. Balacearon su casa y después sacaron a Gabriel e Ismael González Cabrera, de 16 y 21 años, respectivamente.

Después se dirigieron a la casa de los jóvenes Juan e Isaías Cabrera Piña, de 17 y 22 años. Con ellos se llevaron a las dos mujeres. Antes de dejar el pueblo también se llevaron a Álvaro.

Todo ocurrió en cinco horas, sin que ninguna corporación llegara en su ayuda, pese a las insistentes llamadas de auxilio. Pese a que Chacotla está a 40 minutos de Chilpancingo.

Después de 30 horas se supo de ellos. Las dos mujeres regresaron al pueblo caminando y los hombres aparecieron muertos en una carretera con dos tiros en la cabeza cada uno. La tarde del jueves apenas los enterraban y por la noche el grupo armado estaba de vuelta para hacer de las suyas.

Pero en Guerrero, el caso de Chacotla no es el único. Hay uno aun más grave. El 9 de mayo de 2015 a la cabecera municipal de Chilapa llegaron unos 300 hombres armados. Tomaron la dirección de la Policía Municipal, desarmaron a los agentes y se apoderaron de las patrullas.

Después instalaron retenes: revisaron carros del transporte público, particulares, catearon domicilios, comercios. Todo lo hicieron a la vista de elementos de la Policía Estatal, la Gendarmería y el Ejército.

Después de cinco días el grupo se retiró y con ellos se llevaron a, por lo menos, 16 personas que hasta ahora no han vuelto.

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