EL UNIVERSAL realizó un recorrido por la cuenca del Río Sonora donde detectó que la construcción del hospital de especialidades, en el municipio de Ures, refleja apenas 35% de construcción y a los pacientes afectados por el derrame de sustancias tóxicas de una minera no se les atendió durante el mes de julio por reubicación y proceso de reacomodo.

Con respecto a las plantas tratadoras de agua, que en un inicio el fideicomiso anunció serían 37, se inauguró la primera el pasado 4 de febrero en la comunidad de Bacanuchi, Arizpe, donde inició el derrame, pero ésta ni siquiera tiene medidor de energía eléctrica. No funciona.

El último reporte oficial con fecha 4 de agosto de 2015 señala: “Al día de hoy operan 35 pozos certificados por Cofepris, se rehabilitaron 24, se abrieron 11 pozos nuevos y existen seis pozos más que se están equipando y en proceso de conexión”.

La realidad: hay pozos perforados donde no se encontró agua, como en Aconchi; en Mazocahui, Baviácora, se instaló uno y funcionó sólo tres días por falta de agua.

En Bamori, Arizpe, sólo pintaron la caseta e instalaron el bombeo sobre el pozo ya existente.

¿Dónde quedaron los metales? Antonio Romo Paz, catedrático del Departamento de Ciencias Químico Biológicas y responsable del Laboratorio de Química de la Universidad de Sonora, comentó que de acuerdo a información proporcionada por la propia mina, se vertieron 540.9 toneladas de metales de la siguiente manera: Arsénico, mil 200; Aluminio, 140 mil 400; Cadmio, 400; Cobre, 34 mil 400; Fierro, 319 mil 600; Manganeso, 26 mil 800; Níquel, 400; Zinc, 17 mil 600; Antimonio, 10; Bario, 10; Cromo, 62; Mercurio 0.012 y Plomo 100.

Los metales llegaron a la presa El molinito y luego se trasvasaron a la presa Abelardo L. Rodríguez; el segundo desfogue fue a los mantos acuíferos que son los que abastecen a Hermosillo.

Luego el especialista inquirió: ¿Dónde quedaron los metales? No desparecieron, no se pueden destruir, duran miles y miles de años.

Cuando llueve recorren y unos se sedimentan otros son solubles en agua, y van migrando a los mantos freáticos. Hay un peligro latente”, advirtió Romo Paz, catedrático de la Universidad de Sonora.

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