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Is llegó a Ciudad Juárez, cruzó a El Paso y viajará por tierra —junto con ocho amigos— hacia Miami en una Van. Realizó un recorrido de 10 mil 700 kilómetros para vivir en esa ciudad de Florida pese a que el lugar está a sólo 144 kilómetros de La Habana, pues tuvo que atravesar por varios países de Centroamérica para llegar.

“No salí de Cuba por problemas económicos; huí porque no creo en el gobierno. Sólo tengo 25 años y en mi gobierno no creo para nada, ya estoy desilusionada. Desde pequeña estoy oyendo que mis abuelos dicen que las cosas van a cambiar, mi mamá diciendo que las cosas van a cambiar y no pasa nada, allá las nuevas generaciones no tienen esperanza de nada”.

Entre abrazos, sonrisas y lágrimas, Is Maray Medina pisó Estados Unidos: llegó junto con otros 40 cubanos que hicieron una travesía que duró meses, incluso años, para escapar de lo que llaman régimen autoritario.

La joven salió hace poco más un año de la Provincia de Mayabeque, que hasta 2010 era parte de La Habana.

Dejó su tierra natal en busca de una nueva vida. Con apoyo de sus padres, voló a Ecuador, donde permaneció meses buscando la forma de migrar.

Con subvenciones del gobierno local y apoyos de familiares y amigos que residen en Estados Unidos, sobrevivió hasta partir rumbo a Panamá. Is es una de las mil 300 personas de origen cubano que Estados Unidos va a recibir como parte de un programa humanitario con Panamá y México.

En las últimas semanas desde Centroamérica han volado grupos de entre 30 y 40 personas con destino directo a Juárez o Reynosa, desde donde son trasladados a los puentes internacionales por personal del Instituto Nacional de Migración.

“Para salir de Cuba, las familias desde Miami mandan el dinero, pero muchos venden sus casas y usan el dinero para el viaje, con el riesgo de que si en un país los deportan, regresan a Cuba sin dinero y sin casa, pero la gente se arriesga porque ya no quiere vivir así” explica la joven, quien luce unos lentes de sol Ray Ban, un lujo imposible en la isla caribeña.

EL UNIVERSAL la acompañó en el cruce de la frontera de Juárez a El Paso; en territorio estadounidense, respira tranquila y señala que se siente confortada. “Soy libre, estoy cumpliendo mi sueño”.

Is y prácticamente la totalidad de los migrantes, tras dejar Ecuador, tuvieron que cruzar por tierra Colombia y entrar a Panamá a pie. “Es mucho peligro, tienes que caminar por días en la selva y cruzar varios ríos en unas balsas inseguras”.

Lo irónico es que la joven viajó a Ecuador, luego Colombia y Panamá, donde comía gracias a la fruta que le regalaba la gente. Llegó a Juárez, cruzó a El Paso y pronto estará en Miami.

Refiere que los jóvenes cubanos esperan por un mejor futuro, “Hace poco se volvieron a hacer elecciones democráticas, pero no es cierto, nadie conoce a esas personas que están en la cima y que supuestamente ganaron. La gente vota pero siempre sigue el mismo presidente.

“Ahora mismo Estados Unidos quiere tener un acercamiento con Cuba, y han salido los ministros cubanos a decir que están en contra. Fidel Castro, que ya ni siquiera es presidente, también insiste en que es un peligro acercase a EU, él dice que su hermano Raúl debe tener cautela y busca que las cosas sigan siempre igual”, dice.

Hace poco tiempo concluyó la universidad, tiene una carrera en Ciencias farmacéuticas, y espera en Miami revalidar su título y ejercer, ya que el acuerdo le otorga la posibilidad de trabajar de manera legal.

A su lado, sin participar en la entrevista, está Juan, quien sólo relata de forma breve que no se trajo a su hijo de dos años por el peligro de cruzar la selva, pero espera regresar por él.

“Si el régimen cambia podría regresar. En Cuba hay muchas ideas absurdas y todo por culpa del gobierno. No se da cuenta que por sus ideales y orgullo el pueblo se muere de hambre”, dice Is. Con una voz firme comenta que si pudiera ver de frente a Raúl Castro le diría que salga a la calle y deje que el pueblo le hable.

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