Coyotes es el nombre de batalla con el que se ilusionan para correr por la vida y meterle gol a cualquier adversidad que les genere haber perdido una extremidad corporal derivado de una enfermedad o accidente. Hace tres años se formó este equipo de fútbol para personas con algún miembro amputado, el cual se compone de 15 jugadores; 13 sufrieron la pérdida de un pie y dos no tienen un brazo. Participan en la liga nacional de amputados, cuyo campeonato iniciará en marzo.

Cada domingo por la mañana en la colonia Hércules, una de las zonas más pintorescas y de mayor tradición e historia de la ciudad de Querétaro, es día de fiesta para los Coyotes debido a que los integrantes del equipo se reúnen para entrenar y convivir con sus familiares.

Unos caminan apoyados en sus costosas prótesis (valuadas en alrededor de 60 mil pesos) y otros en muletas; los jugadores llegan a la cancha número siete de la delegación municipal de Hércules en transporte público o auto propio, a los que les adaptaron instrumentos eléctricos para no utilizar los pedales del acelerador.

En la pequeña cancha de pasto sintético, ubicada a dos cuadras de las vías por donde cruzan los trenes que van a Ciudad Juárez y al puerto de Lázaro Cárdenas, se observa a Felipe Campos Plascencia,  papá del capitán del equipo junto con algunos niños que auxilian a los Coyotes quitándoles sus prótesis y colocándoles las muletas canadienses con las cuales se apoyan para correr y patear al balón.

Desde la gradería, los familiares aplauden y gritan porras a los jugadores: es un día de motivación para medir sus capacidades físicas y deportivas, aunado a que no dejan de hacerse bromas relacionadas con sus amputaciones.

“Ahí viene el fotógrafo de EL UNIVERSAL, nos va sacar unas fotos, esperemos que ahora si salgamos completos ya que siempre salimos sin un pie o una mano”, bromea el capitán del equipo, Rodrigo Campos Sánchez, y provoca la risa entre los futbolistas que con sus camisas amarillas se alistan a jugar “una cascarita” contra un equipo conformado por niños, mujeres y hombres que no presentan ninguna discapacidad.

Felipe Campos dice que ellos “son súper hombres que tienen un corazón y una mentalidad enorme que supera cualquier complejo”.

Visión emprendedora

Con orgullo, Felipe comenta que su hijo fue el fundador del equipo después de que le amputaron el pie derecho tras haber sufrido un accidente automovilístico en la autopista México-Querétaro como consecuencia de la mezcla del alcohol y el volante.

Con nostalgia, el padre de familia recuerda que hace 25 años el percance también cortó a su hijo una carrera en el ámbito deportivo que se veía prometedora debido a que ya formaba parte de la reserva del equipo profesional de los Gallos Blancos de Querétaro.

“El causar lastima o admiración fue la filosofía con la cual siempre se manejó después del accidente y por eso se levantó de su circunstancia adversa”, presume, al ver como su vástago hizo frente a su realidad y reconstruyó su futuro. Después de la amputación formó una familia al casarse con una mujer que no sufre alguna discapacidad, con quien procreó tres hijos.

Añade que Rodrigo nunca se ha quejado de su situación física; es un hombre de trabajo, tiene un negocio propio en el que se dedica al alquiler de mesas y sillas para fiestas.

En la cancha como en la vida, los Coyotes se caen y rápido se vuelven a levantar.

Iván, de 17 años, es el menor del equipo. Le amputaron una pierna y un brazo al sufrir una descarga eléctrica; Gerardo Merino Sánchez, otro de los jugadores, es músico, no tiene un pierna y forma parte de la Banda Sinfónica de Querétaro.

Rodrigo Campos Sánchez, de 43 años, líder y capitán de Coyotes, formó parte del equipo nacional en la Copa América de Futbol de Amputados Brasil 2013: “Este deporte me sirve de motivación además de que nos ayudamos entre compañeros debido a que somos personas que hablamos el mismo idioma por tener la misma discapacidad”.

Tres meses después de su amputación, Rodrigo tuvo iniciativas emprendedoras: abrió un negocio de serigrafía, en el que no tuvo éxito, y después surgió la idea de dedicarse a la renta de sillas y mesas. “Muy pocas veces solicito ayuda, yo manejo mi auto, instalo mesas, subo sillas. Mi prótesis únicamente me la quito para dormir y bañarme; la vida para mí es normal, no me siento inhabilitado. El ser discapacitado no te limita y para nada te detiene, yo creo que la discapacidad únicamente la tenemos en la mente”, señala.

A través de invitaciones por las redes sociales y encontrando personas con este tipo de discapacidad en la calle, recuerda Rodrigo, se fue conformando el equipo, “en un principio pensaban que estaba medio loco cuando les decía que jugaramos futbol”, señala.

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