Tlapa.— Mientras en la calle la militancia tricolor festeja discretamente el triunfo de su candidato, en la casa de los Vivar Díaz el ambiente no es de celebración: hay un féretro. Dentro está Antonio, activista de 29 años y quien murió el día de las elecciones.

Toño le decían comandante. Participó en el Movimiento Popular Guerrerense (MPG) para exigir la presentación con vida de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Admiraba a Ernesto El Che Guevara, quizá emulándolo, usaba boinas; era una persona agradable, solidaria, tenía una hija de 11 meses. Sus amigos, compañeros, familiares exigen justicia. El estudiante de la Universidad Pedagógica Nacional fue asesinado durante un enfrentamiento con fuerzas federales.

En respuesta de la detención de ocho integrantes del MPG, entre maestros disidentes y un menor de 16 años, colonos y docentes retuvieron a 35 policías federales en la iglesia de “La Guadalupana”, en la colonia Tepeyac, desde las 15:30 horas hasta después de las 21:00, cuando sus compañeros los rescataron apoyados por las policías militares.

Luego de que ocho miembros del MPG fueron detenidos por la Policía Federal, que los acusó de haber quemado una camioneta del INE sobre un puente del Río Jale, colonos de la Tepeyac retuvieron a los elementos.

La gente de la colonia apoyó al MPG quien tenía la intención de realizar un “boicot” de la elección. Hubo una negociación con los maestros y manifestantes que exigían la liberación de sus compañeros para después entregar a los policías federales. No ocurrió.

Los ocho detenidos fueron llevados al cuartel militar de Tlapa. Minutos después de las 13:00 horas, lo subieron junto a otros siete, entre ellos “Julián”, un chico detenido mientras tomaba la combi en el centro de Tlapa.

Ellos no sabían, cuenta Abad Díaz, que durante las horas que estuvieron en el cuartel militar, sus compañeros protestaban junto con vecinos de la Tepeyac para que los regresaran.

Desde las 21:00 horas hasta las 5:00, cuando los ocho detenidos, quienes fueron entregados por la Policía Federal al gobernador de Guerrero, Rogelio Ortega, reportaron que estaban en sus casas, fueron minutos de terror para los activistas, de acuerdo con varios testimonios del hecho.

En Tlapa las actividades para exigir justicia continuarán a pesar de lo que consideraron una represión y un aviso. La región de la Montaña es considerada una zona de lucha. Personajes como el maestro Othón Salázar dieron enseñanza a esos jóvenes que como Toño, pedía que regresaran con vida los 43 y era de la idea de cambiar el sistema político mexicano.

Toño apoyaba en las acciones, desde la toma del ayuntamiento de Tlapa en noviembre, cuando pensaban que sí era posible derribar la elección, que se creará un consejo municipal y la decisión del pueblo fuera no votar más por los partidos; su sueño era “que hubiera igualdad”.

Él estudiaba la carrera de desarrollo comunitario y soñó en que la gente no votaría más por el PRI.

Abel Barrera Hernández, del Centro de Derechos Humanos de la Montaña, Tlachinollan, lamenta que ni el gobernador, ni Éric Castro, delegado de Gobernación Federal, le advirtieran con claridad del operativo para rescatar a los federales, donde se detonaron tres balazos, se quemaron cinco vehículos: dos camionetas de la CETEG, una patrulla y dos grúas.

Si ellos hubieran dado una indicación precisa de la entrega de maestros y el intercambio con policías la violencia habría sido innecesaria y Antonio no hubiera muerto.

La casa ubicada en la colonia San Antonio es pequeña. Hay un ataúd de madera cubierto de tela de raso azul cielo con gris. Hay decenas de flores: claveles blancos y rojos y un retrato del Ché Guevara, veladoras; muchas muestras de solidaridad.

Sus compañeros exigen justicia. Este martes habrá un homenaje y una marcha donde participarán estudiantes de Ayotzinapa y padres de los 43 normalistas desaparecidos.

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