Frontera Comalapa.— Milton, un salvadoreño de 16 años de edad, miente cuando dice que durmió en los alrededores del parque de esta población, ya que en realidad, la noche inmediata pernoctó en La Mesilla, Guatemala, desde donde partió, con el pelo embadurnado de gel, hacia este lugar donde todo el día se la ha pasado pidiendo dinero a los transeúntes; su objetivo, dice, es llegar al centro del país en los próximos días.

“A ver si podemos llegar al norte”, confía Milton, nacido en Zacatecoluca, una población del departamento de La Paz, de unos 70 mil habitantes, donde grupos de pandilleros, que usan fusiles de asalto, están enfrentados desde hace varios meses por una pugna interna de la pandilla Barrio 18.

En los alrededores de las terminales de transporte que corren de Frontera Comalapa a Ciudad Cuauhtémoc y Comitán de Domínguez, Milton se acerca a las personas que desayunan en los puestos de comida rápida. “Me puede ayudar con algo de dinero”, expresa el joven con su claro acento de costeño.

Algunos, generosos, le sueltan de inmediato los 5, 10 pesos, pero otros, se voltean e ignoran al joven con desprecio.

Con Milton viaja Jimmy, de San Pedro Sula, Honduras, de 14 años, un chico negro con un tatuaje grabado en el cuello derecho “en honor” a su madre doña Lina.

El hondureño cuenta que con el dinero que reúnan viajarán a Chicomuselo, a unos 35 kilómetros de aquí, para luego llegar a Rizo de Oro, atravesar la presa La Angostura, el más grande embalse del país que va de la frontera con Guatemala al centro del estado, para de ahí tratar de avanzar hasta Tuxtla Gutiérrez, la capital del estado.

Aunque hay otra ruta que recorre toda la Sierra Madre de Chiapas, desde Siltepec a Jaltenango y Villacorzo, para llegar a Villa Flores, a 90 kilómetros de Tuxtla Gutiérrez, el hondureño dice que esta vez prefieren incursionar por La Angostura.

Ambos jóvenes, con al menos tres deportaciones en su haber, la última en febrero pasado, son parte de los 11 mil 893 menores centroamericanos que, en el marco del Programa Frontera Sur, han sido asegurados por el Instituto Nacional de Migración (INM) en los primeros cinco meses de 2015, lo que representa un incremento de 49% respecto del mismo periodo del año anterior cuando 8 mil 3 niños y jóvenes fueron presentados ante las autoridades migratorias.

El INM señaló que del total, 6 mil 113 menores detenidos por el INM viajaban solos o en algunos casos con traficantes de personas, mientras que 5 mil 780 iban con algún familiar. Además, dos terceras partes tienen una edad de entre 12 y 17 años. Del total, 8 mil 60 son hombres y 3 mil 833 mujeres.

Destaca también que 98% de los menores que son asegurados provienen de Guatemala, Honduras y El Salvador, y que 72% de los casos ocurren en sólo tres estados: Chiapas, Veracruz y Tabasco.

Reincidencia

¿Cómo conoces tantas rutas?, se le pregunta al hondureño.

—A mí ya me deportaron tres veces, ya sea desde México o desde Estados Unidos y conozco estos caminos. Tres veces me han tirado, dice. Milton afirma que a él lo han detenido dos veces.

Desde que dejaron El Salvador y Honduras, esta es la tercera y cuarta ocasión que Milton y Jimmy tratarán de cruzar al territorio mexicano, pero lo harán por una ruta donde no haya mucha vigilancia porque “la policía nos extorsiona o detiene”, aseguran.

Sobre La Angostura, la Armada de México realiza recorridos en lanchas de desembarco, mientras que la Policía Estatal Preventiva (PEP), ha instalado retenes en varios puntos de la carretera que va de la cabecera municipal de Chicomuselo a Rizo de Oro, comunidad del municipio de La Concordia, para revisar los vehículos del transporte público en los cuales a veces transitan los migrantes.

Los dos jóvenes centroamericanos que aseguran “no tienen pisto (dinero)” para pagar a un traficante, tampoco para cubrir el costo del pasaje de un transporte público, se sienten decaídos a tan sólo unos kilómetros de la frontera con Guatemala, pero con el escaso dinero que reúnan intentarán avanzar porque “sí ha sido difícil el viaje, por eso andamos consiguiendo para el pasaje”.

“Expulsados”

El hondureño salió de San Pedro Sula porque “no hay trabajo” y dice que si se hubiera quedado a vivir en ese lugar corría el riesgo de ser extorsionado por las numerosas pandillas que ahí operan. Por eso, agrega, optó por no quedarse en su país.

El caso de Milton es similar. Expresa que en Zacatecoluca, pueblo de donde es originario, no hay trabajo ni escuelas ni dinero, y sí muchas pandillas. “No estoy dispuesto a regresar a sufrir sólo pobreza”, dice con énfasis.

Milton y Jimmy se conocieron en territorio guatemalteco, en La Mesilla, a un paso de entrar a México y desde hace dos días se acompañan en el trayecto hacia la frontera norte. Ahí durmieron la noche inmediata que llegaron a Frontera Comalapa, en la primera Urvan que salió de Cuauhtémoc.

Optaron por no tomar la carretera Panamericana, que va de La Mesilla, Guatemala a Tuxtla Gutiérrez, para transitar por caminos menos vigilados por el Instituto Nacional de Migración (INM), el Ejército, la Policía Federal y la policía estatal, instancias que mantienen un puesto de control en un tramo de 300 kilómetros.

“Esta vez esperamos contar con más suerte y poder llegar hasta el norte”, dicen los jóvenes antes de perderse entre los puestos de comida rápida, donde seguirán pidiendo dinero para continuar con su periplo.

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