El grupo de universitarios atacados el pasado viernes forma parte de una red de apoyo a causas sociales, cuyo activismo inició en la Unidad de Humanidades de la universidad, donde crearon un comedor comunitario para estudiantes de escasos recursos.

Aquellos que se ven imposibilitados a pagar los alimentos, realizan trabajos dentro del comedor.

Además, se solidarizan con movimientos sociales, como el de la oposición a la construcción de presas en la región veracruzana de Jalcomulco o el uso de la técnica del fracking o estimulación hidráulica, para la extracción de hidrocarburos en el norte del estado.

Una de sus mayores satisfacciones fue ayudar a los familiares de los policías comunitarios en Aquila, Michoacán, detenidos por elementos de las fuerzas federales.

Los estudiantes otorgaron tortas y alojamiento a las familias que acudían a visitar a sus pacientes en el Centro Federal de Readapación Social de Villa Aldama, en el municipio veracruzano de Perote.

“Hay una generación que no comprendemos, que tendemos a juzgar y mirar en función a nuestros parámetros o contexto histórico; son chavos que nacieron cuando se rompieron todas las promesas, todo lo que se les prometió ha sido defraudado, son chavos que han aprendido a trabajar en solidaridad y a organizarse de manera horizontal”, explica una integrante de la Defensoría y Estrategias Integrales para la Protección de los Derechos Humanos y el Territorio (Deside), quienes se han convertido en voceros de los afectados.

“Cuentan con una organización entre ellos y con la gente para crear y generar proyectos donde la búsqueda es la autonomía, y lo hacen en una ciudad como Xalapa, sede de la universidad pública más grande del sur del país y donde convergen miles de jóvenes de comunidades rurales,” explicó la activista.

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