Por falta de atención su bebé nunca despertó

El hombre se aferraba al cuerpo de su bebé, quien únicamente logró vivir durante un par de horas.

Una complicación en el embarazo de su esposa, una mujer de la comunidad indígena de 4 Venados, requirió su traslado inmediato a la capital del estado. En el hospital más cercano no había forma de atenderla. Sin embargo, las condiciones orográficas complicaron el traslado de la parturienta que viajaba en un grito por el dolor.

El bebé nació en el camino y a la mujer le sobrevino una hemorragia. El esposo ingresó al hospital con el cuerpecito envuelto en sencillas cobijas ensangrentadas y el rostro cubierto de polvo, sudor y lágrimas; a su esposa también se le escapaba la vida.

Ya no se podía hacer nada, sólo salvar a la madre, explica la enfermera que recuerda el doloroso caso. El hombre lloraba, aferrándose al pequeño bultito; muy a su pesar, tuvo que devolver el cadáver del recién nacido.

La mujer, según los análisis practicados, carecía de control prenatal, sin ácido fólico y otros cuidados. Aunque la muerte se contabilizó en la estadística del Hospital Civil, como muchas otras, ocurrió por la desatención inicial.

“Hacemos lo posible, pero a veces ya no se puede, se dice de la atención a las mujeres y no es cierto, vea, eso es violencia, tenerlas así”, dice la enfermera señalando las camas en el pasillo del hospital.

"Esperaré de pie, a ver si me pueden atender"

Teresa Santa Ana Rivas sostiene con desgano el suero que le colocaron en el hospital de Sola de Vega.

Luce pálida, demacrada, con la mirada perdida y el vientre abultado. Está esperando, de pie, en el pasillo para que la revise el personal médico. Tiene un problema en su embarazo, que declinaron atender en la clínica regional y la enviaron al Hospital Civil Dr. Aurelio Valdivieso.

Es una mujer de 24 años ha tenido seis partos, pero dos de sus hijos ya murieron; en su vivienda dejó cuatro, todos menores de los 10 años de edad.

Al recordar a sus hijos suspira, pero no desespera. Dice que la han atendido bien, aunque no ha tenido una silla de ruedas siquiera para sostenerse. “Voy a esperar, qué se hace, no tengo mucho dinero para ir a otro lado, aquí esperaré a que me revisen y a ver si me atienden”.

La frustración de no tener un quirófano de nivel

El joven llegó prácticamente con las dos piernas amputadas. Se desangraba sin control. Había sobrevivido a un accidente automovilístico; sin embargo, estaba inconsciente. Sus heridas eran graves, muy graves.

El tratamiento requerido era una cirugía cardiovascular, urgente, que uniera las venas rotas y restableciera el fluido sanguíneo. Se hizo lo posible, pero el paciente murió.

Aunque el diagnóstico era desalentador desde un inicio, queda la frustración de no tener un quirófano de alto nivel para una cirugía tan compleja, de urgencia. Si bien, en el hospital hay un médico cirujano cardiovascular, su presencia no es permanente. Queda la duda, “si hubiera…” la frase que ronda en los casos más complicados, cuando el paciente fallece a pesar de los esfuerzos; por lo menos, lo que está a su alcance.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses