San Cristóbal de las Casas

La ceremonia de premiación del evento de arrancones había concluido una hora antes, cuando Alejandro Pérez Vázquez, de 30 años de edad, fue embestido por un Dodge tipo Charger color naranja, al momento que cruzaba el Eje vial número 2, de oriente a poniente.

El joven murió instantáneamente por el golpe del vehículo que circulaba a más de 120 kilómetros por hora.

Ofelia, la hermana de Alejandro, salió presurosa de su casa ubicada en la calle Lucio Cabañas, en el fraccionamiento 5 de Marzo, hacia el lugar donde yacía el cuerpo de su hermano.

Al lado de Ofelia caminaba María, la hermana menor de Alejandro, pero conforme avanzaban por la avenida se percataron de que muchos de los asistentes llevaban gorras y playeras de color morado —que habían obsequiado los organizadores del evento—, pero se sorprendieron al ver “la gran cantidad” de puestos de venta de cerveza y el número de jóvenes ebrios que merodeaba alrededor del cadáver.

El cuerpo de Alejandro había quedado a un lado de un poste de Teléfonos de México, cerca de lo que fueron las instalaciones de la Policía Federal y a 40 metros del hotel La Cabaña, donde un grupo de jóvenes desde la terraza grabó el incidente.

Ofelia aún tuvo tiempo de ver de cerca el cuerpo de su hermano.

Al indagar cómo habían ocurrido los hechos, Ofelia supo que al concluir la ceremonia de premiación del evento, hacia las 16:00 horas, los conductores de un Mustang blanco y el Charger decidieron correr sus automóviles por la avenida, sin importarles que para ese momento caminaran vendedores ambulantes y habitantes de las colonias 5 de Marzo, Las Flores y Vistahermosa, a quines no les avisaron.

Evento polémico. Pese al mal estado de la avenida, con montículos de arena, piedra y baches, los organizadores no repararon en realizar el evento, previsto con motivo a la feria de la ciudad, que había culminado una semana atrás.

Esta era la tercera vez que se había realizado el evento de arrancones en el Eje 2, después de un año de interrupciones, cuando el comité organizador lo decidió llevar a cabo en el aeropuerto Corazón de María, donde un joven de 17 años, fue arrollado y como consecuencia, sufrió fractura en las piernas, según informó Juan López, en un comunicado de la comunidad.

Ahora los indígenas de ese lugar, al enterarse del deceso de Alejandro, han anunciado que si el comité organizador del evento decide correr autos en Corazón de María, serán detenidos y entregados a la policía.

“No vamos a permitir de ninguna manera que se hagan arrancones en nuestro territorio de Corazón de María, todo aquel que llegue va a ser presentado ante la comunidad y se le ha de aplicar el derecho de libre determinación de los pueblos”, advierten los indígenas.

Zona de arranque. El comité organizador de los arrancones decidió establecer como el emparrillado de arranque, el edificio del Centro de Estudios Científicos y Tecnológicos (CECyT) y como meta, la tortillería Cecy´s, a 400 metros de distancia, frente a la calle Juan Pablo II.

La zona de arranque estaba delimitada por una barrera de vallas de metal y agentes de vialidad municipal se habían instalado en varios puntos, para evitar el paso de personas o la salida inesperada de vehículos.

Tragedia. Ofelia se encuentra desconcertada porque desconoce el motivo por el que el comité organizador —que presidía Erick Hernández Suárez— permitió correr dos autos, una hora después de que “todo había terminado”, pero incluso los vehículos ya no partieron del emparrillado de arranque, sino 100 metros antes.

Incluso en el video difundido en redes sociales y que fue tomado desde el hotel La Cabaña, se observa a vendedores ambulantes y jóvenes que caminan por las aceras.

“De milagro la desgracia no fue mayor”, expresa Ofelia, la hija mayor de María Vázquez y Pedro Pérez, de 57 y 59 años, indígenas tzotziles que emigraron a esta ciudad, del municipio de Huitán, hace más de 20 años.

Alejandro, considerado por su hermana María del Carme, como un joven “muy bondadoso, muy caritativo y con mucha gracia”, estaba siempre al tanto de sus padres, a los que apoyaba con parte de su salario que ganaba como empleado de una ferretería y como tostador en el Café La Selva.

Ese domingo, Alejandro salió temprano de su casa y acompañado por sus amigos, —que ya fueron llamados por la Procuraduría de Justicia del Estado, para declarar—, desde las 10 de la mañana se dirigieron al eje vial donde se desarrollarían las carreras de autos.

Los jóvenes optaron por subir al techo de una casa para observar las competencias, pero cuando todo parecía haber concluído bajaron de la construcción y caminaron por las calles.

Los hermanos de Alejandro no saben si había ingerido bebidas embriagantes en el transcurso del día, pero en los resultados de la necropsia que dio a conocer el Fiscal de Distrito Rogelio Heleria Estrada, refiere que el joven no había bebido alcohol.

“Nosotros no sabemos si Alejandro tomó alcohol, porque desde que ocurrió su muerte, sus amigos no han vuelto a esta casa”, asegura Ofelia.

María de Carmen narra que la última vez que vio a su hermano fue el sábado, porque el domingo “salió a muy temprana hora y ya no supimos nada de él, hasta que llegaron a avisaros que lo habían matado”.

Los hermanos de Alejandro dicen que la Procuraduría de Justicia les ha dicho que les dará una indemnización y están en espera de que sean llamados para recibir el dinero, que servirá para construirle una capilla al joven.

En el sitio donde Alejandro perdió la vida, sus hermanos y sus padres colocaron veladoras, flores y vasos con agua. Las velas han sido cubiertas, para evitar que el viento las apague, con los vasos de cerveza que se vendieron ese domingo de arrancones.

Los familiares de Alejandro piden justicia, “porque si los verdaderos culpables no son detenidos, entonces es seguro que en otro caso como este todo va quedar igual”

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