Cancún llega a sus 45 años con problemas irresueltos, como empatar las condiciones del deslumbrante destino turístico con el eterno rezago de la ciudad; el rescate de sus playas con problemas de erosión; o las implicaciones que tendrá en términos de competitividad la flexibilización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.

Entre 1968 y 1969, el Banco de México creó y encargó al entonces Infratur (ahora Fonatur) unos estudios para identificar zonas propicias para proyectos de infraestructura turística.

En 1970 nació Cancún como el Primer Centro Integralmente Planeado (CIP) de México. La exuberante selva fue sustituida por hoteles, un Aeropuerto Internacional y un poblado.

El inusitado y veloz éxito de aquel sueño trazado en mapas sobre restiradores de arquitectos e ingenieros rebasó los cálculos de sus diseñadores. La ciudad, pensada para 250 mil habitantes, tiene hoy casi un millón de pobladores provenientes de otras entidades y de diversos países del mundo, aunque también están los “cancunenses” nacidos aquí.

Los pocos hoteles que surgieron a partir de los años 70 se multiplicaron hasta alcanzar un promedio de 150 centros de hospedaje. El año pasado se registró la llegada de 15 millones de visitantes y se generaron 180 millones de pesos de 3% del Impuesto al Hospedaje.

En Cancún se prevén más de 39 mil habitaciones, entre las construidas, las que se edifican y las autorizadas que no han iniciado obra.

Lo anterior implica que el límite máximo construible de 30 mil 990 cuartos, vigente en el Programa de Desarrollo Urbano, para 2014 estaba rebasado en más de 8 mil habitaciones.

El tope fijado por el actual gobierno, para 2030, es de 46 mil 98 cuartos, entre hoteleros, condominales y villas, con edificios de hasta 20 niveles de altura; entre los principales proyectos a futuro que se tenían contemplados hasta el año pasado están los puentes que cruzarán el Sistema Lagunar Nichupté.

El riesgo de perder competitividad

“Los que diseñamos Cancún, con ilusión, lo planeamos para que tuviera un promedio de 70 cuartos por hectárea, antes del puente, y 92 cuartos por hectárea en toda la isla.

“Hoy tiene 200 cuartos por hectárea. Miami tiene 400, pero era a lo que no queríamos llegar”, narró Alejandro Morones Ochoa.

Morones, quien fue jefe el famoso “Plan Maestro”, auguró que perderá competitividad si se empeña en vender rascacielos en vez de ofrecer la experiencia del contacto con la naturaleza.

Subrayó que la zona de Punta Nizuc, en donde el actual gobierno municipal está autorizando proyectos de 20 niveles y altas densidades, se diseñó para lo contrario: hoteles boutique, parques recreativos, zonas de paisaje.

Otro factor de riesgo tiene que ver con las playas. La mayoría de los accesos a las playas públicas se perdieron y la arena sigue fugándose mientras el gobierno estatal decide si repondrá el Fideicomiso para la Restauración y Mantenimiento de los arenales u otro diferente.

Mientras eso ocurre, los hoteles decidieron gestionar proyectos particulares de recuperación de playa, con “el visto bueno” de la Secretaría Estatal de Turismo (Sedetur).

El problema es la medida, ya que rompe el acuerdo al que llegaron los empresarios y las autoridades federales en 2009, de abstenerse de promover proyectos particulares, al beneficiarse del megaproyecto integral financiado por el gobierno federal, el estado y los municipios.

Dos entes desiguales

La ciudad también quedó rebasada, pero contrario a la atención que genera el centro turístico, los rezagos siguen siendo evidentes, principalmente en las zonas populares: hay edificios abandonados y negocios cerrados.

Empresarios de la Yaxchilán —que fue la zona turística dentro del centro de la ciudad, llena de vida y fiesta— lo atribuyen al cobro de derecho de piso y a las extorsiones de funcionarios del ayuntamiento de Benito Juárez.

El gobierno de Quintana Roo conduce la remodelación estética de dicha avenida: se cambió el adoquín, se colocó cableado subterráneo de luz, se añadieron pasos peatonales y se instalarán una suerte de paradores y contempla ejecutar el Sistema de Movilidad de la ciudad, habilitando ciclovías y abriéndole paso al BRT (Bus Rapid Transit, por sus siglas en inglés) para disminuir el uso del vehículos.

Las rutas del transporte público cambiaron, pero no su desorden, pues la calidad de los autobuses es mala, han entrado concesionarias que brindan el servicio en combis y el pasaje de taxis y camiones aumentó.

Aunado a ello los problemas de violencia doméstica, trata de personas, mendicidad, el pandillerismo y los delitos del fuero común y los de alto impacto, como el feminicidio, la extorsión y el secuestro van en aumento.

Para la investigadora en Turismo, Priscila Sosa Ferreira, si 45 años es poco tiempo para la vida de un centro turístico, menos aún lo es para una ciudad que, además, enfrenta los efectos socioeconómicos de la migración y los impactos ambientales del desarrollo.

“Después de 45 años, Cancún no es el que se diseñó, es un sitio saturado, con problemas de vialidad, poca oferta complementaria, construcciones abandonadas y áreas peligrosas”.

Sosa Ferreira afirmó que para competir en el mercado y mantener un buen desarrollo económico “es necesario hacer planes y programas para un mejor orden en el crecimiento, no para incumplirlos ante cualquier petición”.

Cuba, ¿competencia o complemento?

A partir de la flexibilización de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, se ha especulado acerca de los posibles efectos que tendrá para Cancún, turísticamente hablando, el imán que representará la isla para su principal mercado: el estadounidense.

El ex director del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), John McCarthy, descartó que, en lo inmediato, Cuba pueda representar una amenaza para Cancún, debido a que su infraestructura de servicios no se compara con la de este destino.

“Su infraestructura y servicios son todavía muy básicos; lograr lo que hemos hecho en Cancún y Riviera Maya nos llevó entre 40 y 45 años. Son destinos que comenzaron de la nada y ¡míralos dónde están!”, consideró.

McCarthy manifestó que, como producto turístico, Cuba será más similar a República Dominicana, que a Cancún, destino con el cual podría crear un binomio caribeño exitoso.

“Tienen una ubicación privilegiada respecto al Caribe que, a la larga, tendrá más cosas buenas, que malas. Le veo más beneficios en el sentido de los circuitos de cruceros, pues en la actualidad tienen que evitar la isla de Cuba, tiene prohibido llegar ahí”.

Además de la insuficiente infraestructura, McCarthy agregó la carencia de cultura de atención y servicio. “El cubano es gente muy educada, pero tienen que aprender a dar servicio al turista”, recalcó.

Al respecto, Sosa Ferreira coincidió con McCarthy en que a Cuba le falta infraestructura, pero advirtió que el riesgo tiene que ver con la atracción de las inversiones, a un sitio en donde, precisamente, no las hay.

“Estados Unidos es un mercado de más de 200 millones de personas y probablemente de 80 millones de viajeros, quizá 30 millones pueden verse atraídos por el Caribe, se tendría que ser medianamente eficientes para atraer una parte de ese mercado. Con el resto del mundo, especialmente Europa, no hay cambio alguno puesto que ya viajan a Cuba”, señaló.

Cuba, amigo de México y de Cancún

Para demostrar que no existe ánimo de competencia entre destinos, Cancún y Cuba trabajan en una estrategia que incluye a Mérida, para promocionarse como multidestino que conjugue las culturas maya y cubana.

En mayo próximo los avances de esta iniciativa serán presentados tanto en la llamada “Ciudad Blanca” como en Cancún, dijo en exclusiva la consejera de la Oficina de Turismo en la Embajada de Cuba en México, Xiomara Martínez Iglesias, quien descartó ver en Cancún una competencia para este destino.

“No somos competencia uno del otro, somos aliados y amigos. La Habana está a 220 kilómetros de Cancún y estamos trabajando en ser un multidestino”, indicó.

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