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A sus 12 años, Diego Fernández de Jáuregui, segundo ganador de MasterChef Junior, ya sabe perfectamente qué quiere hacer con su premio de un millón de pesos: estudiar y poner su propio negocio.
“Pienso poner un camión de comida e irme a estudiar (gastronomía) a varios países, porque ése es mi sueño y lo quiero cumplir. Quiero mi propio restaurante para que yo pueda cocinar todos los días o cada fin de semana algo que a mí me guste, que no sólo sea algo por obligación”, cuenta.
Pero Diego aseguró que la noche del domingo no vio nada fácil ganar la competencia, incluso sintió que no lo lograría cuando se encontraba preparando el postre con el que cerraría su participación en MasterChef Junior y por el cual sufrió unas leves quemaduras en las manos, porque sus tartas aún estaban calientes en el momento de emplatar, lo que le costó lágrimas.
“Fue una final con accidentes pero también muy reñida porque tuve una dura competencia, que era Emiliano y Rebekah, la tenía súper difícil, pero mi reto era sorprender al chef Jorge Vallejo, porque era el invitado y alguien súper importante”, dice.
Si bien para Diego el apoyo de su familia era muy importante, agradeció que lo dejaran hacer su trabajo sin que intervinieran, ya sea dando consejos o tratando de ayudar en lo que pudieran, porque no quería que eso perjudicara su desempeño. Cuando el momento de saber el nombre del ganador, este chef se dijo prematuramente derrotado.
“Yo pensé que iba a ganar Rebekah o Emiliano, porque a él no le fue tan mal y a ella tampoco, además era un sobre como rosita con morado, entonces dije: ‘lo va a ganar una niña’. Nadie se debe de sentir triste porque todos dimos nuestro mejor esfuerzo”.
Ese espíritu de juego limpio lo comparte con sus competidores en la final, pues aseguró que de ambos sólo vinieron felicitaciones y buenos deseos al coronarse el ganador. “Lo que me llevó a la final fue la perseverancia, la verdad quiero felicitar a mis compañeros porque hicieron su mejor esfuerzo”.