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Cuando se ve a Susana Alexander y a Sophie Alexander-Katz sobre el escenario interpretando a una madre y a su hija en la puesta en escena Instrucciones para una muerte feliz, donde ellas pasan por una amplia gama de emociones, se puede percibir lo gozoso que está siendo esto para ellas y es que ambas han pasado por diversos duelos recientemente y esta historia ha sido muy positiva para su vida.

“La muerte es una gran maestra. El trabajo sana, siempre es sano pararte en las mañanas y verte con gente, discutir problemas y enfrentarlos. Hay una frase en la obra que dice: ‘se siente el musgo como si fuera terciopelo y te da la sensación de algo cálido, como una cobija’, eso es para mí esta obra”, expresó Sophie Alexander-Katz, quien perdió a su padre y madre en menos de un lustro.

Para su tía Susana Alexander este proyecto es muy bendecido, no sólo por tener el equipo actoral y técnico que posee, o porque ella está produciendo, actuando y dirigiendo, sino porque su padre Alfred Alexander-Katz y su hermano Didier Alexander-Katz, padre de Sophie, aún a años de su partida la apoyan produciendo, el primero con una indemnización que recibió del gobierno alemán por la pérdida de su patrimonio durante la Segunda Guerra Mundial y el segundo con el equipo técnico para el teatro.

“Nos han abierto desde el cielo donde están todas las puertas, por ejemplo estar en este teatro (el Rafael Solana) donde yo he trabajado mucho”.

Al parecer esto se confirma con las risas o los silencios del público que se dan en diversos puntos de la trama, mientras ellas y el resto del elenco integrado por Mariana Garza y Javier Díaz Dueñas, interpretan en escena a una familia cuya madre padece cáncer terminal y ha decidido organizar ella misma su último adiós.

“Es una obra que me gusta mucho, por el tono que tiene que es de comedia, por lo que dice el contenido y por esa madre que por lo que está preocupada es porque su familia se una cuando ella ya no esté”, expresó Susana.

Al ver a esta primera actriz caracterizada como esta madre sin cabello, delgada y pálida por quimioterapia, que va y viene por su casa dando instrucciones de cómo quiere que sea su funeral, la pregunta se hace obligada: ¿esto podría ser posible en la vida real?, a los que Susana contestó:

“¿Por qué no va a poder decidir lo que quiere el que va a morir? Hay un poema hermoso de Pedro Garfias que va pidiendo todo lo que quiere para su muerte y dice al final, ‘si los que están condenados a muerte pueden pedir lo que quieren, si me voy a morir ¿por qué no voy a pedir lo que yo quiera?’”

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