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¿Pueden los adultos tener amigos imaginarios? La respuesta la encontrarán en la puesta en escena Hipopotamiga, que inició temporada ayer en el Teatro Helénico, y cuenta con las actuaciones de Paloma Woolrich y Lucero Trejo, quienes dan vida a dos mujeres mayores que dejan atrás la soledad y rescatan algo de la infancia ya olvidada.

“Esta es nuestra segunda temporada, ya estuvimos en el Teatro Benito Juárez, fue toda una sorpresa, porque sí le gusta mucho a los niños y se ríen mucho, pero a los adultos les encanta. Hubo una función donde tuvimos cinco niños y todos los demás eran adultos, yo creo porque es raro que en una obra infantil se toque el tema de la tercera edad”, explicó Lucero Trejo en entrevista.

La historia se desarrolla en dos escenarios, la cabaña de Anna (Woolrich) ubicada dentro del zoológico donde ella trabaja para sobrevivir, y la habitación de Mille (Trejo) en una casa de retiro donde fue llevada por su hijo, ambos cuadros son como sacados de un libro de cuentos, pero es ahí donde se desarrolla esta historia de amistad, aderezada por dos hipopótamos imaginarios que les hacen compañía.

“(El hipopótamo) significa la amistad y la compañía que no tiene Mille. Ella tiene necesidad de platicar todo lo que vive, de estar hablando todo el tiempo, entonces Jim, el hipopótamo invisible, tiene que ver con eso, con la amistad, la soledad, con la compañía, de decir lo que le pasa”.

Lucero Trejo explicó que si bien ella y Paloma Woolrich están acostumbradas a enfrentar textos de grandes dramaturgos, tanto clásicos como contemporáneos, pero esta obra de Louise Bombardier no puede calificarse de sencilla por el simple hecho de ser para niños, todo lo contrario, el desgaste de energía que tienen ambas y el resto del elenco, integrado por Adriana Montes de Oca y Eduardo Tanús, es grande.

“Quizá no se vea, pero lo difícil es la energía que se maneja, porque como estás trabajando para niños tiene que ser muy ágil el ritmo, no puedes hacerlo realista, entonces esa agilidad demanda mucha energía, todos acabamos agotados. No es lo difícil del texto, lo que dices, sino el ritmo que te demanda”, finalizó Lucero Trejo.

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