Ni la maldita lluvia vespertina sabatina impidió que la cantante mexicana Yuri se instalara victoriosa en el estadio Ricardo Saprissa, en el norte de la capital costarricense, para ofrecer una espectacular presentación-con auxilio de robots y ostentación de vestuario-y pagara con creces una deuda musical que acumulaba desde marzo pasado con Costa Rica.

Y lo hizo con el regalo de su abundante reportorio, en una noche de sábado signada, allá en la tribuna, por un diálogo constante con un jubiloso auditorio y con frases sueltas y cargadas de espiritualidad, pero algunas picantes, retadoras...

En un instante en las postrimerías de un concierto que debió haberse efectuado en marzo pero que Yuri suspendió por problemas de salud por un malestar en la garganta, la mexicana se paró ante un público que siempre estuvo gratificándola en un contagioso coro al ritmo de su repertorio y, desafiante, lanzó: "Yo no tendré pompis como las de Jennifer Lopez, pero ella, ¡no canta!".

La respuesta de la audiencia fue de sonoras carcajadas seguidas de aplausos y a la rubia, en un momento que acrecentó la empatía y la todavía más intensa conexión entre los espectadores y la artista.

El concierto arrancó con un video que, con los robots y Yuri entre los protagonistas, registra fuerza y poder y mezcla arte y victoria, en un inesperado o sorpresivo enfrentamiento en el que ella resulta triunfante.

Lejos de cualquier reproche de violencia, la exhibición estuvo marcada por momentos estelares de bondad y afabilidad. Y así comenzó la fiesta y así se desarrolló en una noche de aguda comunicación de la experimentada artista y su leal público costarricense... y de otros países del área centroamericana.

Brillante, resplandeciente, reluciente, luminosa, fulgurante, espléndida, refulgente... los calificativos afloran y resurgen para describir lo que fue su aparición en el deslumbrante escenario, a la cabeza de un séquito de bailarines... en su espectáculo del Tour Invisible, una extenuante jornada en la que los videos son acompañantes vitales para exaltar el valor de la estrella mexicana en su nueva y ansiada visita a suelo costarricense.

A lo largo de la presentación, ella lanzó sus comentarios tranquilizantes sobre su salud, como que "estoy mucho mejor" y ya "más descansada", con muestras de que lo sucedido en marzo tampoco fue casual.

"Dios no se equivoca", aconsejó. La cantante se esmeró en complacer a su audiencia, en un viaje musical con el que, luego de las fuertes tormentas que el sábado azotaron a la capital costarricense y dejaron un panorama con un clima vaporoso o casi de bochorno, ella se lució para aprovechar y convertirlo en otra exhibición de calor humano y se apareció como vaquera o como sirena. 

Al público le dejó el recuerdo de sus canciones y los espectadores le tributaron coro, gritería y aplauso.  La deuda con los costarricenses quedó saldada...y condimentada con la pimienta de sus mensajes provocadores, en una noche de hola, adiós y hasta pronto.

rad

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