espectaculos@eluniversal.com.mx

Es Jorge, trabajador del panteón Chacarita, quien lo cuenta. Él, que alegremente se denomina “El ángel de Cerati” (está a cargo de cuidar el piso donde está su tumba) lleva la cuenta de las “viudas” que lo visitan. En una libreta ha anotado a más de siete mil, aunque hay una a la que ve cada semana.

“Viene todos los viernes, de unos 35 años, y trae flores. ¿Sabes el valor de la plata de nosotros? Gasta cada semana más de 500 pesos argentinos (628 pesos mexicanos). Se cree la viuda, tiene que estar sola. Si vas vos y te mira no va a ir. Una vez se quedó mirando como una hora porque venía gente, venía gente y venía gente y no podía quedar nunca sola. También le pone flores al padre, claro ¡porque es el suegro!”.

Anteriormente al inicio del pasillo había una foto que alguien trajo de Cerati pero tuvieron que quitarla porque los familiares de los demás fallecidos se quejaron ya que a ellos no se les permitían poner imágenes, cuenta Jorge, aunque esta vez es material. Lo que sí quedaron colgados son dos cuadros relacionados al músico, uno de ellos pintado a mano con óleo de una guitarra en tonalidades azules.

“Quien lo trajo pidió permiso en la administración, filmó todo cuando pusieron el cuadro y lo subió a YouTube. Ahí lo vio la hermana de Cerati. De inmediato habló para que lo bajaran (del canal) si estaban lucrando con el hermano. La hermana chica es brava”.

Ahora el panteón es una parada obligada de los tours que llegan a recorrer los sábados. Mientras tanto, ahí dentro se siguen guardando historias.

“Un día llegó una mujer desde una entrada que está como a siete cuadras y afirmó que ella no preguntó a nadie y que el alma de Cerati la trajo. Iba a la clínica también cuando estaba internado. Aunque luego dijo que hacía tres meses que murió su papá y no sabía en dónde estaba”, menciona Jorge.

Y sigue, pues las hilvana una con otra. “Había dos que venían de Escobar, son lugares lejos, a más de 50 kilómetros. Venían todos los domingos la piba y su mamá. En junio, que llovía, las acompañó su hermano pero las dejó mientras él se fue a hacer unos trámites. ‘¿Qué creen? ¿que soy loco como ustedes?’, les contestó cuando lo invitaron a subir. ‘La verdad no se equivocó’, les dije”.

Gustavo Cerati dejó de respirar cuatro años después de que sufrió de un accidente cerebrovascular después de una actuación en Venezuela, en 2010. A su sepelio acudieron miles de personas conmovidas por una muerte que para algunos ya estaba escrita y el deseo por verlo era tal que los fotógrafos de los principales diarios y agencias escalaban por las ventanas del edificio.

Las calles aledañas se cortaron y a los días siguientes las filas de personas lo abarrotaban, tanto que dejaban ingresar al edificio solamente a grupos de tres o cuatro; las flores y los regalos estaban desparramados por el suelo.

“Estuvo la que era la novia, Chloé Bello, y cuando salió le silbaban y la molestaba la gente porque cuando estuvo internado tanto tiempo, lo abandonó”, comentan.

Era tanto el alboroto que pronto pusieron reglas para visitas de sus fans: todo menos cantar y hacer mucha bulla, sin permanecer tanto tiempo adentro. Por eso hubo quienes incluso decidieron salir a un costado a cantarle toda una mañana por la ventana abierta, con guitarra en mano, recordando su legado y diciendo con música: “Gracias totales”.

Google News

Noticias según tus intereses