Drogas, alcohol, moretones, mentiras, llanto, golpes. Todo eso conforma el drama que viven Johnny Depp y Amber Heard, a quienes les bastó un año y medio de casados para llegar a la corte a tramitar su divorcio.

Y no ha sido en buenos términos. Ayer por la tarde, Amber Heard se presentó ante un juez de Los Ángeles para mostrar fotografías en las que aparece con moretones en la cara.

En su declaración, culpa a Johnny Depp. Dice que hace un mes, durante su cumpleaños, hicieron una fiesta y que cuando se fueron los invitados, el actor, embriagado y drogado, comenzó a aventar botellas de champagne, destrozar cosas e incluso le aventó una copa de vidrio.

“Me tomó por los hombros y me arrojó a la cama”, dijo Heard en su declaración a la que tuvo acceso TMZ. Agregó que esa noche también la agarró y tiró al suelo.

Tras el incidente, Amber se alejó de Depp un mes, hasta el sábado pasado cuando, de acuerdo con la versión de la actriz, Johnny estaba otra vez drogado y borracho. “De pronto comenzó a obsesionarse con algo, enloqueció, tomó el teléfono celular, movió su brazo como si fuera un pitcher de beisbol y me lo arrojó en la cara”.

Asegura que las lesiones mostradas en las fotografías fueron causadas por ese golpe.

Hasta ahí, la historia es la de un Johnny Depp villano. Pero dio un vuelco horas más tarde, cuando un vocero de su oficina negó las acusaciones.

“Son fabricadas para perjudiciar al actor”, señaló.

Surgió luego la versión de la policía que acudió el sábado a la casa de la pareja para registrar el incidente. Ese día, en el que Amber acusa que Depp le arrojó el celular, los policías sólo tomaron nota de una discusión doméstica y en su informe aseguran que no hubo rastros de violencia en la actriz.

El drama se enreda porque el domingo, un día después de la supuesta agresión, Heard compartió en Instagram una foto con sus amigas. Su rostro se ve sin moretones. La foto, por cierto, fue borrada de su perfil al mismo tiempo que ella acudía a la corte.

Como sea, el juez le concedió una orden de restricción temporal, de modo que el histrión no se podrá acercar a la actriz (ni a su perro) a menos de 100 metros.

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