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Zúrich.— Académicos del mundo cinematográfico, productores y directores coinciden en una cosa: el cine mexicano de las últimas décadas se ha convertido en la cara más amable hacia el exterior de nuestro país. Y no porque las cintas que se muestran no hablen de violencia excesiva, narcotraficantes y pobreza sino porque las películas mexicanas logran demostrar que el país también tiene mucho talento y una narrativa visual destacada.

El pasado Festival Internacional de Cine de Zúrich celebró el cine nacional dedicando su sección New World View a México y en proyecciones como las de la cinta La delgada línea amarilla, de Celso García o Chronic, de Michel Franco las salas estuvieron repletas.

Alejandro Springall, productor de La delgada línea amarilla y director de Santitos y No eres tú, soy yo, habló con EL UNIVERSAL después de presentar en el festival suizo la cinta que cosechó muchos aplausos.

“Es que es increíble ver lo que está pasando con México en el extranjero a nivel cinematográfico, estar en una sala tan hermosa, llena de personas contentas y aplaudiendo y que haya tantas buenas películas e interés por lo que estamos haciendo en un país como éste es maravilloso”, contó Springall.

El productor adelantó también su próximo proyecto: “Voy a dirigir una película grande llamada Sonora con la que he peleado mucho para que no me limiten mis presupuestos. Justamente la haré en el desierto sonorense. Es un filme que habla de la expulsión de los chinos de Sonora y del fascismo en México, que es una historia que se conoce muy poco.

“Empezaremos la producción la última semana de noviembre y la van a estelarizar Joaquín Cosío y Giovanna Zacarías, la producirá Tequila Gang, que es la empresa de Del Toro con Bertha Navarro. Estoy emocionadísimo, como si fuera mi ópera prima”.

Acerca de cómo ve la producción en México actualmente, el cineasta explicó: “Actualmente está fuera de proporción porque nuestro país no puede estar produciendo 140 películas al año porque son muchas pero chiquitas y es como estar sembrando maíz. Yo estoy tratando de organizar un sistema de producción con otros colegas en el que nos demos cuenta de que no tenemos que estar haciendo tantos filmes porque no se pueden ni exhibir.

“En un mercado tan voraz como el que tenemos ahorita con hacer unas 60 o 70 películas al año está perfecto y eso nos permitiría tener 10 películas grandes, épicas porque no todo tendría que costar entre 10 y 15 millones de pesos. Podemos hacer películas más grandes porque en México tenemos una cantera de técnicos de primer nivel”.

Por su parte, para Edher Campos, productor de La jaula de oro que ganó el Premio Golden Eye a Mejor película internacional en el Festival de Cine de Zúrich en 2013, estar de nuevo en la ciudad suiza y ver tantos filmes mexicanos en la programación es una buena señal. “Recuerdo que cuando mostramos aquí por primera vez La jaula de oro y todavía no ganábamos, ya había mucho interés por verla y la gente no se podía creer que hubieran menores de edad involucrados en temas de emigración, niños que viajaran solos, etc. Tal cual como les pasó con la crisis Siria”, explicó.

El siguiente proyecto de Campos se llama Brooklyn Tree House y el escenario será Nueva York en un futuro muy cercano según contó: “Veremos cómo el calentamiento global ya está muy fuerte y han pasado tres años en los que no ha nevado en la ciudad. Son cinco personajes, todos artistas, que por diferentes circunstancias llegan a vivir a un loft regentado por un líder muy peculiar”.

Según los diarios suizos como Tages Anzeiger, “México está experimentando un nuevo apogeo cinematográfico. Es una fuente de tremenda creatividad y una nueva generación de cineastas cuyos potentes trabajos han sido muy aclamados por la crítica. Los mexicanos producen filmes con pasión, resolución y sentido del humor que lidian no sólo con problemas sociales como el de las drogas también con la parte más alegre de la vida”.

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