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Michel Franco no cree en la buena o mala suerte. De hecho no tiene cábalas como las del ganador del Oscar, Alejandro González Iñárritu, quien de Amores perros a Babel, utilizó los mismos zapatos en el rodaje.

“Uno se siente tentado a cargar con esas cosas, pero he terminado por no hacerlo. En el bautizo (tradición de bienvenida en cine) de Daniel y Ana me pintaron de azul y creo plumas y en algún momento pensé que podría ser una especie de amuleto la ropa pintada, pero dije no es lo mío y mejor a trabajar (risas)”, dice.

Tampoco le gusta mirar sus películas. Si acaso las ve minutos como en el reciente festival de Tel Aviv, donde fue objeto de una retrospectiva.

“No puedo estar detenido en lo mismo, sino mirar adelante”, subraya.

¿Y qué hay en el futuro? Otra vez mancuerna con Tim Roth, quien ya leyó el siguiente guión.

Será la tercera colaboración entre ambos, tras 600 millas y Chronic.

“Él no era la primera opción para 600 millas: a otro actor le dimos las gracias tras dos días de rodaje y fue él cuando entró. Ahora ya leyó mi nuevo guión, donde no hay un papel para él, pero dijo que no importa y va a producirla”, afirma el realizador.

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