Ha tenido funciones en más de 20 países, ganador en festivales de Los Ángeles y Buenos Aires, puede ser visto en línea en más de 40 naciones y el mes próximo formará parte de un tour de cine mexicano en ciudades como Guadalajara, Toluca, Monterrey, Querétaro y DF.

El documental Huicholes: los últimos guardianes del peyote, puede presumir, como pocos, estar en pantallas variadas en los últimos 12 meses. Sólo requirió para su hechura, unos 700 mil pesos, aunque no necesariamente en efectivo, dice su productora Paola Stefani.

“Le ha ido bien, nos ha sorprendido a todos”, dice.

Lo que pasa con Huicholes: los últimos guardianes del peyote (vista tan sólo en EU y Canadá por 10 mil personas) es muestra de lo que ocurre con el cine nacional, que en muchas ocasiones invierte poco, para sacar hebra exitosa.

El año pasado, 30 de las 130 películas mexicanas producidas, según cifras oficiales, costaron menos de 8 millones de pesos, lo que está por debajo de la media normal.

Algunas, como Paciente 27, cinta de terror de Alejandro G. Alegre y que se ha presentado en festivales de México y EU, ganador de premios, requirió de 80 mil pesos, dos locaciones y tres fines de semana para rodaje.

Según datos del Instituto Mexicano de Cinematografía, una película nacional promedia una inversión de 22.5 millones de pesos. Pero más de 20% de lo hecho en 2014, no costó ni la mitad de ello.

Es la manera, considera Jorge Sánchez, director del Imcine, en que el músculo fílmico local muestra estar vivo y sin grandes presupuestos.

“Somos muchos locos en esto”, señala quien también ha sido productor de filmes como Danzón y El evangelio de las maravillas.

“Por supuesto que hay problemas en las zonas de financiamiento y en políticas públicas en distribución y exhibición, pero eso no corta el impulso de gente por seguir su desarrollo artístico”, subraya Sánchez.

Las 130 películas producidas durante 2014 se colocó como la más alta cifra creativa desde 1959, cuando se contabilizaron 135.

De ella, la inversión privada sin necesitar de fondos estatales vía Fidecine y Foprocine, responsables de apoyar proyectos comerciales y de autor, sumó 36.

Actualmente Alex G. Alegre de Paciente 27, se encuentra en la plataforma Fondeadora donde cualquier persona puede dar dinero a su nuevo proyecto, a cambio de recompensas que van desde un agradecimiento en Internet, una invitación a locación, hasta crédito en pantalla.

Busca llegar a la meta de 100 mil pesos recaudados.

“Necesitamos fondos para cubrir los gastos de maquillaje, locaciones, talento y alimentación”, explica.

“Afortunadamente contamos con equipo de grabación, edición y posproducción, necesarios para probar suerte en festivales y de ahí buscar la distribución”, abunda Alegre, egresado de la carrera de comunicación por la UAM Xochimilco.

Otros como José Luis Gutiérrez (Todos los días son tuyos) está levantando una trilogía con recursos propios. Con apenas un millón de pesos y seis dias de filmación concretó La lengua del sol, con Raúl Méndez, que ya interesó a distribuidoras para su lanzamiento en cine.

“Iniciamos con ella porque fue barata, la verdad y la idea es que se recupere pronto”, dice Gutiérrez.

En el año 2001 Perfume de violetas, de Maryse Sistach, costó 7 millones de pesos, menos de la mitad del promedio de aquella época, generando 15 premios nacionales e internacionales entre ellos en La Habana y Tolouse.

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