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Animales fantásticos y dónde encontrarlos (2016), séptimo título para cine del incansable chambeador televisivo David Yates, y primer guión original de la autora J. K. Rowling quien, ante la imposibilidad de reinventarse como escritora de novelas “adultas”, sin la misma aceptación que las de su mundialmente popular saga Harry Potter, regresa a este universo para hacer la inesperada precuela fílmica (de cinco pensadas).

Esta nueva serie da cuenta de las aventuras de Newt Scamander (Eddie Redmayne) y cómo escribió el libro del título, importante en Harry Potter y la piedra filosofal (2001, Chris Columbus).

La historia de Scamander no sucede en Londres: su libro de zoología mágica lo escribe recorriendo el mundo. Así que los amplios espacios de Nueva York en los años 1920 le permiten a Yates (y a su fotógrafo Phillippe Rousselot) crear una atmósfera diversa a la oscura estética de sus cuatro incursiones en la mitología Potter, donde la magia es un atractivo decorado.

Tal cual lo exige el canon contemporáneo, abusa de los efectos especiales, aunque no artificialmente como en La leyenda de Tarzán (2016, Yates). Este atractivo dulce visual sobre sociedades secretas de brujos en una ciudad llena de prodigios, incluye un humor sutil, básicamente en la figura y acciones de Jacob (Dan Fogler). Por su originalidad y porque Yates la dirige con gusto y ligereza, hará las delicias de quienes crecieron viendo los filmes de Potter. Y también de aquellos que aún los desconozcan.

Snowden (2016), cinta 20 para la pantalla grande del siempre polémico y disparejo cronista estadounidense Oliver Stone, es tanto un regreso a la biografía crítica de sus notables JFK (1991) y Nixon (1995), como al complaciente santoral laico de sus documentales Comandante (2003) y Mi amigo Hugo (2014).

La compleja historia de Edward Snowden (Joseph Gordon-Levitt), tildado de traidor por exhibir el inmoral espionaje hecho por la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, tema que saltó a las primeras planas durante 2013, es hoy mismo de enorme pertinencia. Como biografía es un poco decepcionante debido a que renuncia a la emoción; se queda en una fría crónica, cerebral, sobre cómo es un personaje singular. Esto no era lo fundamental. Pero como cinta de espionaje o documental dramatizado su interés es enorme. Snowden mismo ayudó a la película buscando algo mayúsculo: denunciar el brutal mecanismo de intimidación al que hay que oponerse. Su logro, sin embargo, está en mostrar qué implica burlar a una arrogante agencia gubernamental; en cómo proteger no a una nación sino a toda la raza humana ante la amenaza de un fascismo en ascenso que apenas ayer mismo llegó al poder.

La resurrección de Louis Drax (2016), séptima película y la más elegante (destacada fotografía del belga Maxime Alexandre) del truculento director francés Alexander Aja, experto en terror, se basa en la novela The 9th life of Louis Drax de Liz Jensen, adaptada para su primer guión por el actor Max Minghella, donde da énfasis a una atmósfera entre fantástica y policial. Para resolver una inquietante premisa, ¿qué le sucedió al pequeño Louis (Aiden Longworth)?, el doctor Allan Pascal (Jamie Dornan) debe internarse literalmente por el inconsciente de este niño en coma. Aja, afecto a los baños de sangre, opta por la contención de un suspenso neoclásico. Un filme profundamente entretenido, no del todo logrado, pero fiel a la esencia de un género donde la ambigüedad es reina y precisamente mantiene al espectador al filo de la butaca.

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