Con la mira puesta en las presidenciales de 2020, el gobierno de Donald Trump enciende fuegos, aviva las llamas en Asia y Medio Oriente, no parece prever que pueden salirse de control impulsadas por vientos geopolíticos. Tiene enfrente poderosos adversarios.

El choque comercial de Estados Unidos con China tendrá repercusiones en la economía mundial en periodo de desaceleración.

Como acostumbra Trump: al inicio de cada negociación golpea y presiona. Aumentó unilateralmente los aranceles a China de 10% a 25% a las exportaciones del país asiático por 200 mil millones de dólares y agregó el nuevo arancel a otros 125 mil millones de dólares de exportaciones. Las represalias de Beijing son menores: de entre 20% y 25% para 60 mil millones de dólares de compras a EU. La Casa Blanca anuncia de manera grandilocuente que entrarán miles de millones de dólares al Tesoro por las nuevas tarifas. Falso, serán básicamente las empresas que compran productos chinos importados las que pagarán y, desde luego, los consumidores.

¿Balazo en el pie? Trump dice que es fácil ganar una guerra comercial. Falso, todos pierden: los productores de EU serán afectados por los aranceles impuestos por China. Giro hacia la política: Xi Jinping se reúne con 47 países de la región asiática, tiene una gran tribuna, refuerza su liderazgo y se enfoca a los grandes planes de unidad asiática y expansión de China, incluso fuera de las fronteras de Asia, con la llamada Ruta de la Seda.

El poder de China no es sólo económico, su influencia se extiende. Esa es la otra cara del conflicto; se llama supremacía geopolítica mundial lo que enfrenta a las dos mayores potencias: será la nueva Guerra Fría del siglo XXI. China avanza en las nuevas tecnologías digitales de comunicación con Huawei y el G5, así como en el desarrollo de la inteligencia artificial. Washington lo resiente, bloquea a Huawei y prohíbe se realicen negocios con la poderosa empresa china. Google y otros responden cerrándole acceso a sus servicios, y así otros. En todos los frentes entre China y EU es fácil la confrontación que tiene vertientes múltiples: económica entre las dos más grandes economías con modelos diferentes, tecnológica, geopolítica y de influencia en las relaciones internacionales. El choque entre dos gigantes tendrá un impacto mundial. ¿Guerra Fría del siglo XXI?

El conflicto bélico de mayor riesgo se encuentra en Medio Oriente. Trump presiona a Irán, EU aumenta las sanciones, a pesar de que Irán cumple con los compromisos adquiridos en el acuerdo nuclear de 2015 abandonado por Washington, pero que sostienen Rusia, China, Gran Bretaña, Francia y Alemania. Mayores sanciones comerciales de EU devastan la economía iraní y debilitan interna y externamente al presidente moderado Hassan Rouhani, quien advierte que puede dejar de vender uranio enriquecido. EU responde con el envío de un buque de asalto anfibio, el USS Arlington, misiles, el portaaviones Abraham Lincoln y bombarderos B52 y un contingente importante de tropas. Washington afirma que hay una amenaza de agresión por parte de Irán, sin precisar ni demostrar. El viernes Trump anunció el envío de otros mil 500 soldados a la región; el Pentágono afirma que es para garantizar las seguridad de las tropas estadounidenses frente a las amenazas iraníes. Irán responde que la presencia de EU en esa región es tremendamente peligrosa y debe abordarse por la comunidad internacional. El despliegue militar de EU amenaza la paz mundial, acusa el gobierno de Irán. La Casa Blanca muestra el músculo, lleva la situación al borde del abismo. Aunque para Trump una nueva guerra sería devastadora: perdería la elección ¿o acaso no lo sabe? Claro que sí, pero corre riesgos, echa bravatas. Como hizo en el caso de Corea del Norte, enciende fuegos como acostumbra y luego los apaga porque se quema, pasa del odio al amor. ¿O no sucedió eso con Kim Jong-un? Pero el cálculo falla porque Medio Oriente es diferente y las tensiones son ya muy elevadas.

La incertidumbre aumenta y un mínimo error puede encender una guerra.

Con Irán, Washington juega con fuego, aplica máxima presión, mientras los países europeos, que mantienen el pacto con Irán, buscan máximo control frente al ya existente máximo peligro bélico. En busca de un triunfo electoral en 2020, Donald Trump abre varios frentes a la vez sin percatarse de que tiene poderosos advesarios. Al jugar con fuego, pone en riesgo la paz, particularmente en Medio Oriente, la región más inestable del planeta.

Periodista, analista internacional

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