La arquitectura interior suele revelar mucho de nuestras concepciones del exterior. En noviembre de 2014 cuando estalló el escándalo de la Casa Blanca, un agudo periodista remarcó que lo más impresionante de la casa es que no tenía libreros. A esta revelación agregaría una otra; la existencia de vidrio, pero la ausencia de ventanas. Ambas carencias tienen un elemento en común; son puntos de encuentro con el mundo exterior. Los libros nos llevan más allá de los confines de nuestra inmediata realidad, las ventanas nos permiten asomarnos y ver qué es lo que hay afuera. No es que la casa que la primera dama llamó “su hogar” no tuviera cristal, sino que ese cristal no mira hacia afuera. Las fotos de la casa revelan que las ventanas dan a espacios exteriores del mismo interior; jardines, terrazas, balcones. Cuando un lado del cristal es igual al otro, la ventana se convierte en espejo.

Este hecho arquitectónico revela el mundo que habita nuestra clase política. Un espacio insular, que los mantiene alejados del medio-ambiente que los rodea. Todo en su mundo busca aislarlos del entorno. La arquitectura de sus casas, rodeadas de bardas, cámaras y cuerpos de seguridad, revela que les asusta un exterior que no han querido o podido cambiar. Sus medios de transporte que reproducen esta visión sobre el mundo: los políticos en México se mueven en camionetas fastuosas. Ellos no se dan cuenta pero la violencia de la imposición de su burbuja sobre el entorno genera indignación en el espacio que ellos nunca han visitado. No es solamente que los políticos sean indiferentes a una ciudad que carece de espacio para semejantes monstruos; no es solamente que sean inconscientes del daño ambiental de mover a una sola persona en un vehículo altamente contaminante que podrían compartir varias; no es solamente la opulencia que muestran, sino la manera violenta con la que imponen su mundo físico sobre el de los demás.

La camioneta blindada busca replicar la burbuja del hogar. Los vidrios blindados son nuevamente una muestra del cristal que funciona como espejo; la armadura imponente del vehículo el equivalente a las bardas de su casa. El objetivo es uno solo: que no se vaya a pinchar la pompa de jabón y los deje a la intemperie. Esta fobia del exterior incide en su manera de expresarse ante el mundo. El lenguaje que utilizan los políticos es igual de insular y acartonado que su mundo físico. Los políticos carecen de ingenio y espontaneidad porque entienden la construcción desde una lógica de la protección y la contención del exterior. En su burbuja se construye no para sumar, sino para evitar restar.

Irónicamente, los políticos mexicanos piden a sus asesores que los conviertan en Obamas y Trudeaus; pero no están dispuestos a sacrificar su confort en pos de ello. Prefieren su espacio interior, y por ello sus intentos de interlocución con el mundo exterior nunca pueden eludir un carácter sumamente teatral; el político que se sube al metro con 6 asesores para que le tomen fotos y lo protejan, el discurso frente a los acarreados, la foto abrazando a sus supuestos simpatizantes. Todo entra en la domesticación y contención del espacio exterior; un teatro mal logrado.

¿Qué pasa con una clase política cuando vive en estas condiciones de aislamiento? La respuesta es sencilla; se vuelve incapaz de descifrar su exterior, pues confunde el espacio interior con la realidad, y al espejo, con la ventana. Esto, a la larga, supone un grave riesgo para ellos mismos. “No entienden que no entienden” como dijo una afamada revista británica. Les parece inaudito que los abucheen, que nadie quiera tomarse fotos con ellos, que nadie esté dispuesto a escucharlos 4 horas hablar y por ello hacen diagnósticos erroneos de sus acciones y las consecuencias que tendrán sobre ellos mismos y sobre su entorno. Desde su configuración simbiótica con la sociedad, nuestra clase política teme y desprecia a su entorno. Y mientras tanto, no están midiendo lo que se está gestando en ese mundo detrás de su no-ventana. Su inconsciencia prevalecerá, hasta que el cristal se rompa. El problema para ellos es que no serán ellos los que lo rompan. Ellos no lo ven pero hay gente enojada afuera de sus casas.

Analista político. @emiliolezama

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