¿Cuánta de la comida que pasó por las mesas de las familias mexicanas en las pasadas fechas de Navidad y año nuevo termina en el bote de la basura? Quizá porque se sirvieron exageradas porciones que no se consumieron en su totalidad, porque el platillo no resultó del gusto de los integrantes del hogar o por el simple rechazo a no seguir comiendo el mismo alimento tres días después de cocinado.

Por alguna razón, en promedio la tercera parte de los alimentos que produce el país se desperdicia.

De acuerdo con el reporte Pérdidas y desperdicios de alimentos en México, elaborado por el Banco Mundial (BM), y del que hoy da cuenta EL UNIVERSAL, el país envía a la basura 20 millones de toneladas de comida cada año, que podrían servir para alimentar a 7.3 millones de los 53.4 millones de habitantes que viven en condiciones de pobreza.

Pero el desperdicio no se da únicamente en los hogares, el mismo reporte señala que 72% de la pérdida se presenta en los primeros eslabones de la cadena productiva, desde la precosecha hasta su distribución, mientras que sólo el 28% restante sucede en la venta al menudeo y como resultado de los hábitos de los consumidores finales.

El reto como país es canalizar de manera ordenada los productos que no se ocuparán en centrales de abasto, supermercados, restaurantes y hogares, pero que aún están en condiciones de ser utilizados, para repartirlos entre aquellos que nada tienen.

El estudio sobre México es pionero y con él —como ha señalado la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)— puede tener un papel de liderazgo en la región y en el mundo en la búsqueda de soluciones al problema.

Aquí debe tener participación central el Poder Legislativo, pues se requieren normatividades para regular el manejo de los desperdicios que considere la obligatoriedad para que establecimientos mercantiles resguarden los productos no perecederos que ya no serán utilizados y se envíen a bancos de alimentos. ¿Cuántos mexicanos conocen actualmente los bancos de alimentos y la forma para tener acceso a ellos, tanto para aportar como para obtener productos de ahí?

Conocer las toneladas de alimentos que México desperdicia es un primer paso para ordenar la gestión de la comida y representa la oportunidad para que instancias privadas y públicas abran canales que permitan a hogares, centros de distribución, restaurantes y a la población en general donar alimentos que ya no serán utilizados. Para millones de personas puede convertirse en el único alimento al que tendrán acceso.

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