La situación en el sector salud de nuestro país es delicada, no solo por el amplio recorte de recursos públicos para la compra de diferentes insumos y atención de millones de pacientes, sino por el desabasto de medicamentos que padecen las instituciones del sector. A las carencias que de por sí viven cotidianamente los mexicanos que se atienden en el sector salud se suma la falta de medicamentos necesarios para abatir sus padecimientos.

Las políticas de austeridad del gobierno federal han llevado a una situación crítica al aparato público de salud. Según disposiciones de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), el 7 de mayo pasado se daría a conocer la convocatoria para la licitación pública para la compra de medicamentos y material de curación para el sistema de salud del país, pero ello no ha sucedido.

Después del incumplimiento del plazo, dicha convocatoria se postergó hasta el 23 de mayo, sin embargo aquel día tampoco ocurrió lo previsto por las autoridades federales, tal como aconteció hace poco en Oaxaca.

El atraso en la compra de medicamentos para el sistema de salud pone en riesgo la vida de millones de mexicanos que dependen de aquellas instituciones para mantener su calidad de vida.

La política de austeridad y ahorro en el gasto público no puede contravenir el bienestar de los mexicanos que se sirven del sistema de salud, quienes en su mayoría disponen de menores ingresos y oportunidades. Esta disposición contraviene uno de los ejes definidos por el gobierno federal sobre ver por quienes menos tienen.

No son pocas las personas que actualmente resienten la falta de medicamentos para atender sus necesidades. Del mismo modo, en los hospitales públicos es una penosa realidad que ya no hay material, suministros hospitalarios o personal médico suficientes para satisfacer la demanda. La atención al paciente es, en muchos casos, hasta inadecuada.

En el contexto del combate a la corrupción, es fundamental que se lleven a cabo las debidas revisiones a los contratos y transacciones sobre las que pudiera haber sospechas de malos manejos de recursos federales, sin embargo también debe hacerse un balance de qué tanto estos retrasos en la compra de medicamentos ponen en riesgo la salud de millones de mexicanos.

El bienestar de los que menos tienen requiere que las instituciones de salud trabajen según sus capacidades. No es adecuado detener al sistema de salud para consolidar ahorros en el gasto o para combatir la corrupción sin hacerlo de forma focalizada: millones de mexicanos sufren estas decisiones.

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