Una corte de justicia, que en su pleno, no represente una diversidad de posturas y pensamientos, es una corte que tiende a la tiránica imposición de una sola ideología. El pluralismo judicial, por llamarlo de una forma, se trata de una perspectiva que aboga a favor de un balance de posturas, criterios y temperamentos entre los distintos miembros de los tribunales y de las cortes. Defiende, pues, la idea de que los cuerpos que toman decisiones colegiadamente, como algunas cortes y tribunales del mundo, sus miembros deben representar una diversidad de posturas ideológicas o, al menos, distintas intensidades en la defensa de esas posturas ideológicas que sirvan de contrapesos al interior del mismo cuerpo colegiado y abran las posibilidades de un diálogo racional.

Todos sabemos que en las modernas democracias el poder judicial juega un papel decisivo en la vida de las personas, pues decide sobre temas que generan mucho debate y discordia social. Y no es para menos, pues se discuten temas que van desde cuestiones relacionadas con el aborto, la eutanasia, el matrimonio entre parejas del mismo sexo, hasta debates más técnico jurídicos sobre el alcance de los derechos, sus garantías institucionales o las distintas jerárquicas normativas entre los ordenamientos u órdenes jurídicos.

De ahí que la decisión sobre quiénes deben ocupar un sillón en la Suprema Corte o en cualquier otro Tribunal no sea una cosa menor y deba tomarse con el mayor cuidado posible y atendiendo los requerimientos de una democracia. Por ello, la importancia del tema que ahora enfrentan los estadounidenses y que, de alguna forma, enfrentaremos los mexicanos en breve.

A partir del retiro del ministro Anthony Kennedy de la Suprema Corte estadounidense, le corresponde al señor Trump proponer un sustituto. El caso de los ministros de la Corte estadounidense, además, se recrudece al tratarse de cargos vitalicios. Eso quiere decir que incluso, aunque Trump ya no se encuentre en la Casa Blanca, el juez que remplace a Kennedy seguirá decidiendo desde el más alto Tribunal.

Como es de esperarse, y no debe ser motivo para sorprenderse, la propuesta de Trump se trata de un juez federal de apelaciones de Washington DC, ultra-conservador, de nombre Kavanaugh. El peligro de que Kavanaugh llegue a ocupar el lugar que Kennedy dejará vacío es el claro desbalance que habrá en el seno de la corte. Pues estamos hablando que de integrarse al pleno, éste estaría compuesto por cinco ministros conservadores y cuatro progresistas. El problema no sólo radica en que la mayoría ideológica sea conservadora, sino que no existen posturas moderadas que estén abiertas a escuchar el argumento progresista. Hasta ahora esa había sido la labor del ministro Kennedy, quien servía como bisagra entre ambas posturas. Sin embargo, con la actual propuesta podría constituirse una corte de cinco miembros que podría cambiar el rumbo de los derechos en Estados Unidos. Nótese que están en juego temas tan relevantes como la ley de salud asequible de la administración de Obama, y cuestiones relacionados con la migración y los derechos de los migrantes.

Cuando en los cuerpos colegiados se establece una mayoría que no tiene interés (ni necesidad) en escuchar y dialogar con la otra postura ideológica, se reduce virtualmente el número de votos y de miembros, convirtiéndose en un mecanismo de tiránica imposición ideológica. En esos cuerpos ya no gana el mejor argumento ni el mejor razonamiento jurídico; en esos cuerpos ya no gana el derecho ni la razón, sino tan sólo la política y la negociación.

Embajador de México en los Países Bajos.
Representante permanente ante la OPAQ

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