samantha.guzman@clabsa.com.mx

Riviera Maya, Quintana Roo.— La familia Cahum no tiene televisión ni luz eléctrica, pero sí un hogar rodeado de naturaleza. La selva es su jardín y sus vecinos son los monos araña y las aves. Su estilo de vida es sustentable, aunque no necesitan alardear por ello. Basta con escuchar su rutina: se alimentan con sus hortalizas, beben del agua que proviene de un cenote y, para sus malestares, preparan remedios con plantas.

Estos datos no deberían ser tan sorprendentes, pero para alguien que llega de la ciudad, resulta un choque cultural. Me lo advierten los dos guías que me acompañan, en camino hacia la comunidad Laguna Chabela , a dos horas de Cancún.

Al igual que la familia que visitaremos, son de origen maya y provienen de poblados muy similares, donde todos saben trabajar la tierra y son fieles a sus tradiciones. Intentan, sin mucho éxito, enseñarme algunas palabras de su lengua. Pienso que si hablas este idioma, el español debe ser pan comido. Uno de los guías lo confirma, al mencionar que también domina el inglés e italiano.

“Hablo español, pero también quiero seguir usando mi lengua y difundirla, porque estoy orgulloso de ella”, dice un adolescente, hijo menor de la familia. Hemos llegado a Laguna Chabela y caminamos hacia un mirador de madera.

Desde una hamaca en las alturas, todo lo que se ve es vegetación frondosa. No hay más casitas hechas con ramas y techos de palma; en la comunidad solo viven cuatro familias.

Las abejas amigables

Los Cahum se dedican a la apicultura. Trabajan con abejas meliponas, también llamadas “mayas”. No puedo evitar alterarme un poco cuando escucho tenues zumbidos alrededor de mí, pero el miedo pasa al enterarme de que esta especie no posee aguijón.

Normalmente se alojan dentro de ramas o troncos, pero la familia las cría en pequeñas cajas de madera selladas; en una caben cientos. En cada contenedor, las abejas forman un pequeño agujero que sirve como entrada. Todo el tiempo hay una “guardiana” asomada, cuidándolo; se hace a un lado cada vez que otro miembro de la colonia llega o se va. Cuando se aproxima una amenaza de hormigas, la custodia se sacrifica para dar tiempo de sellar la entrada.

Elías, el hijo mayor de la familia, levanta la tapa de una caja. Puedo ver los insectos trabajando, aunque estar muy cerca de ellos por varios segundos me provoca un poco de ansiedad. Con ayuda de una jeringa, Elías extrae miel de la colmena y me ofrece un poco. La textura es aguadita y el líquido sabe tan dulce como la miel común; sin embargo, la que proviene de la abaja melipona destaca por sus propiedades medicinales.

En Riviera Maya hay una abeja que no pica y su miel te rejuvenece
En Riviera Maya hay una abeja que no pica y su miel te rejuvenece

(Foto: Cecilia Cahum)

Si para mí es extraordinario probar la miel recién extraída, para ellos es cotidiano. Con ella endulzan el agua de limón para la hora de comer. En este momento noto que aquí lo natural no es pose, sino parte de la rutina.

El platillo de hoy es pollo en pibil: la carne, junto con las verduras, se cuece dentro de un agujero en la tierra, y se prepara con achiote. Lo acompañamos con tamalitos y tortillas hechas a mano. Todo es servido en jícaras. El comedor de madera se encuentra en el exterior, bajo la sombra de una ceiba.

En Riviera Maya hay una abeja que no pica y su miel te rejuvenece
En Riviera Maya hay una abeja que no pica y su miel te rejuvenece

(Foto: Cecilia Cahum)

De lujo en la jungla

En un mismo día, tengo una experiencia ecoturística totalmente distinta. El hotel Fairmont Mayakoba, a una hora de Cancún y a 30 minutos de Playa del Carmen, es un hotel de lujo con una gran cualidad: sus instalaciones se encuentran repartidas en la selva. Además, por sus prácticas sustentables cuenta con reconocimientos internacionales, como el Ulysses Prize de la Organización Mundial del Turismo.

Los opuestos se unen. Entre las comodidades de mi suite está una tina, cerca de una ventana, junto a la cual no es raro ver aves exóticas, ardillas o hasta monos. Se ofrecen tranquilos tours en bote en los canales de agua que cruzan el hotel, donde parece que de pronto saltará un cocodrilo. Y sí los hay, pero cuando crecen son trasladados a otra área. En los tratamientos del spa se utiliza miel de abeja melipona.

En Riviera Maya hay una abeja que no pica y su miel te rejuvenece
En Riviera Maya hay una abeja que no pica y su miel te rejuvenece

Foto: Fairmont Mayakoba

La propiedad pertenece al complejo turístico Mayakoba, que ofrece varias actividades. Una hora en kayak en un cenote abierto, es suficiente para querer vivir aquí.

Dentro del complejo existe un cenote subterráneo, cuyo acceso es una empinada escalera de piedra. En el gran espejo de agua no se puede nadar, aunque la vista es espectacular.

Podría pasar horas enteras admirándolo, refugiándome en su atmósfera fresca del calor que hace en el exterior, si no fuera por los murciélagos que aletean en el otro extremo de la cueva. Afuera podrá haber lujo absoluto, pero la naturaleza siempre se hace respetar.

En Riviera Maya hay una abeja que no pica y su miel te rejuvenece
En Riviera Maya hay una abeja que no pica y su miel te rejuvenece

(Foto: Cortesía Fairmont)

Tours a Laguna

Chabela. Los opera Sian Ka’an Community Tours y pueden contratarse por medio del hotel. Costo: 175 dólares.



El dato

La miel de la abeja melipona cuenta con propiedades medicionales. Funciona como antibiótico; se dice que remedia las cataratas y brinda elasticidad a los músculos de las mujeres cuando van a dar a luz. Además, se cree que tiene cualidades rejuvenecedoras. La especie se encuentra en peligro de extinción.

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