samantha.guzman@clabsa.com.mx

Después de atravesar el desierto, llegas a un escenario pintado de verde intenso. Y en él, encuentras unas cuantas albercas naturales. Como si se ocultaran de los curiosos, están esparcidas entre un montón de enormes piedras de textura lisa. Con el calor, no lo piensas ni un instante: te desprendes de zapatos y prendas, hasta quedar casi como Dios te trajo al mundo. La roca parece arder bajo tus pies y no puedes esperar para sumergirte en ese espejo con tonalidades esmeralda. Solo algo te detiene: estás a 10 metros de altura de la poza y debes saltar para nadar en ella. ¿Te atreves?

Este paisaje pertenece a Sierra La Laguna, en Baja California Sur. Se trata de la única región del estado que tiene un bosque de pino. Es contrastante con las playas y desierto de Los Cabos, que se ubica a menos de dos horas.

Desde 1994, es reconocida como Reserva de la Biósfera. Contiene aproximadamente 70 especies de plantas, de las cuales 15% son endémicas. Para los aventureros que llegan hasta aquí, es un paraíso para hacer deporte en medio de la naturaleza. Emprenden largas caminatas y practican el ciclismo de montaña.

En este oasis te animarás a saltar al vacío
En este oasis te animarás a saltar al vacío

Chapuzones y estrellas

En un recorrido de un día, alcanzas a conocer los principales atractivos de Sierra La Laguna. Los tours parten desde La Paz o el Pueblo Mágico de Todos Santos.

La travesía comienza caminando por la sierra hasta llegar a las pozas, la parte favorita de todos. El camino es perfecto para los amantes de las aves: si tienes suerte, el águila calva es una de las especies cuyo vuelo puedes observar no muy lejos de tu posición.

Sabes que ya estás a punto de llegar a las pequeñas lagunas cuando, en lugar de encinos, aparecen a tu alrededor palmeras y uno que otro cactus. Casi sin dudar, los más valientes se lanzan al agua desde una plataforma de roca, junto a una pequeña cascada, y al caer hacen un gran estruendo. Pero no te dejes asustar, ya que no necesariamente debes trepar hasta ahí. También está la alternativa de meterte a nadar como lo hace el común de la gente, sin sufrir. Una vez que te sumerges, logras apreciar la transparencia del agua. A distancia, las algas le dan un tono verdoso.

Las pozas no son muy profundas. Algunas, ni siquiera, te cubren del todo. Su temperatura es bastante fresca, justo lo que necesitas después de la caminata. Eso sí, toma en cuenta que en invierno el clima se vuelve demasiado frío como para que disfrutes el chapuzón.

Luego de nadar, continúa el paseo hacia algunos ranchos ecoturísticos, como San Dionisio o Sol de Mayo, montados a orillas de la reserva por comunidades locales. Fueron creados para mostrar a los turistas la vida del campo. En ellos, te metes hasta la cocina para aprender a preparar queso de manera artesanal o tortillas de harina, un ingrediente básico para la región.

Desde los ranchos, se realizan tours para llegar hasta El Picacho, la zona más alta de la sierra.

En días despejados, este punto te permite ver hasta dónde se encuentran el océano Pacífico y el mar de Cortés.

Por la noche, el cielo en la Reserva de la Biósfera es lo suficientemente oscuro para admirar sin problema el manto estelar.

Es posible organizar paseos para observarlo en todo su esplendor.

Tips de viaje

Desde octubre y hasta finalizar el mes de mayo, es la mejor temporada para ir. En verano también se puede, pero es muy caluroso. En los recorridos es mejor no usar shorts, para evitar cualquier urticaria por la vegetación.

QUIÉN TE LLEVA

Red Travel realiza estas escapadas. Son privadas y es posible armarlas a la medida, con las actividades que desees. Costo: desde tres mil pesos por persona. También lleva a cabo campamentos sustentables para estudiantes, donde conviven con las comunidades locales y reforestan la zona.

Baja Sierra Adventures. Organiza expediciones en bici, con opción de alojamiento en tiendas.

Costo: 420 dólares por persona, en un viaje de cuatro días, con hospedaje.

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