En Tlaxcala, por caminos sinuosos se descubren pinturas rupestres y el arte ancestral de preparar pulque. Pero las brechas también desvían a centros ecoturísticos como Al final de la senda.

Es un complejo para deslizarse por un circuito de tirolesas con 140 metros de longitud. Para llegar a las plataformas, debes cruzar puentes suspendidos entre el follaje de pinos y oyameles que tupen el bosque desde hace unos 100 años.

Después del vuelo, hay que ir a la Hacienda Xochuca (), a solo nueve kilómetros. Por 250 pesos por persona, se recorren los sembradíos de maguey, se realiza la extracción del aguamiel y una visita al interior de la hacienda, hasta llegar a la cocina, para probar los pulques curados al instante.

Hace más de 12 mil años, hombres y mujeres habitaron las cavernas de Tlaxco, dejando como único testigo de su existencia muros repletos de pinturas rupestres. Puntos, líneas y danzas fueron plasmados en la roca volcánica de La Peñuela. Un rappel de cinco metros es obligatorio para llegar al fondo de la caverna y apreciar los trazos. El tour se puede contratar desde la ciudad de Tlaxcala.

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