Desde que los tatuadores se convirtieron en celebridades, sus fans no dudan en subirse a un avión y viajar para tatuarse (siempre que consigan turno antes, claro). Los tours de este tipo abundan, pero los de mayor convocatoria son los festivales y mundiales que reúnen a cientos de tatuadores famosos, donde es posible llevarse un suvenir de tinta indeleble a precios más que accesibles.

Programas como Miami Ink y NY Ink lanzaron a la fama a distintos tatuadores que por su talento y por gozar de una clientela famosa se volvieron el centro de atención de muchos turistas en busca de un recuerdo más duradero de sus viajes y vacaciones. No sólo se organizan tour y recorridos por los mejores estudios de tatuadores, sino que incluso se han realizado concursos que, además de hospedaje cinco estrellas en cotizados hoteles, el premio mayor consiste en un tatuaje de la mano de los mejores en esta rama.

Entre los tatuadores más llamativos del momento y por los que más de uno está dispuesto a subirse a un avión directo a Nueva York, además del famoso Ami James, está Keith McCurdy, conocido en el mundillo como Bang Bang. A los 20 años tatuó nada menos que a Rhianna y con ese antecedente, más una larga lista de celebridades que siguieron después, le alcanzó para lograr reconocimiento y respeto entre los amantes de los tattoo. Además de Rihanna, por su estudio Bang Bang NYC han pasado Katy Perry, Rita Ora, Cara Delevingne, Justin Bieber, Selena Gomez, Ashley Tisdale y Rihanna otra vez. ¿El costo? Depende. Pero para tener una vaga idea hay que calcular desde mil 100 dólares si es con Bang Bang, y desde 300 dólares si es con alguno de los artistas que trabajan en su estudio ubicado en el lower east side. Obviamente conviene pedir turno con anticipación, pero los que pasan por la puerta y deciden entrar -aclaran- son también bienvenidos.

Londres es otro punto de encuentro entre artistas y amantes de los tatuajes. Ahí está la famosa Nikole Lowe, considerada la mejor tatuadora de todo Londres y protagonista de Tattoo Ink, de MTV. Su espacio, Good Times, está lejos de ser un ambiente sórdido o con un look rockero. Más bien todo lo contrario: el blanco abunda en las paredes, hay muebles vintage y tiene entre sus clientes habituales a Boy George y a la top model Kate Moss. El tema es que la lista de espera puede superar el año.

En París, en el barrio de Montmartre, Tin-Tin Tatouages es uno de los lugares preferidos de los famosos y de los viajeros que quieren llevarse un suvenir estampado en la piel. Los diseñadores Marc Jacobs, Jean Paul Gaultier y Philippe Starck son algunos de sus clientes habituales. ¿Y Buenos Aires? La ciudad se ha convertido, en los últimos años, en receptora de muchos extranjeros que la eligen por el buen nivel de tatuadores y por los precios, sensiblemente menores respecto de los Estados Unidos y Europa.

American Tattoo, de Mariano Antonio, en Barrio Norte, es uno de los reductos porteños por los que pasan más extranjeros. "Agendan turnos por Facebook con varios días de anticipación -confirman en el local-. Muchos vienen porque saben que Mariano es el tatuador de Maradona y entonces quieren tatuarse sólo con él. Recuerdo alguien que vino desde Francia para hacerse un tatuaje relacionado con Diego. Cuando la intención es tatuarse con Mariano, la demora puede ser de varios meses."

Por eso, cuando uno de los objetivos del viaje es hacerse un tatuaje, sobre todo si es con un artista que goza de cierto prestigio y popularidad, conviene armar un plan que incluya elegir al tatuador, mandarle el diseño, estipular cuántas sesiones serán necesarias para terminar el trabajo y acordar previamente un precio aproximado.

Y si no hay un viaje en vista, siempre es posible recurrir a Internet. Porque el mismísimo Ami, en el sitio Tattoodo (algo así como la Biblia para los amantes de la tinta), convoca a la gente a hacerse un tatuaje a distancia en pocos pasos. El primero consiste en contar la idea del tatuaje en cuestión a un equipo de reconocidos artistas, que después de interactuar online con el interesado dará varias opciones. El segundo paso consiste en enviar al cliente el diseño final y la persona -previo pago de 99 dólares- puede ir a un estudio cercano a su casa y finalmente materializarlo en su piel.

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