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Le llaman la costa de las 43 playas vírgenes. Es Costalegre, un corredor turístico ecológico bañado por las aguas del Pacífico. Se extiende entre Puerto Vallarta y Manzanillo, sumando 300 kilómetros de acantilados dramáticos, arenas de colores, cielos estrellados, santuarios naturales, caletas de aguas cristalinas y hoteles pequeños, ecológicos y algunos de gran lujo que se convierten en idilios de amor y deseo.

Cabo Corrientes, Tomatlán, La Huerta y Cihuatlán son los municipios que comparten su belleza, a su vez, Costalegre se divide en seis zonas turísticas con personalidad propia. Te dejamos una guía para conocerlas, de norte a sur.

Cabo Corrientes
Es la entrada, desde Puerto Vallarta, a la Costalegre. Son 75 kilómetros de vegetación tropical y arena dorada. El pueblito es refugio de hippies veteranos que hacen artesanías con palo de rosa y rentan caballos para ir a cascadas escondidas.

Playas. Las más emblemáticas son Yelapa, Villa del Mar y Mayto, de aguas color esmeralda que van del suave al feroz oleaje. Son las favoritas, tanto del mochilero como del viajero sibarita.

En gustos se rompen géneros. Si  buscas aventura y lujo lo encuentras en Verana (verana.com), un oasis de elegancia primitiva a 10 minutos de Yelapa; el  viaje en lancha cuesta 90 pesos desde el Muelle de los Muertos, en Vallarta.

Al hotel se llega a pie o en mula, hasta encontrar senderos empedrados que conectan sus ocho casitas solo para adultos, una piscina de agua de manantial, un bar y un restaurante al aire libre.

Entre sus actividades exclusivas hay clases de coctelería con  mezcal, tardes de sol en una caleta privada o un baño  bajo las estrellas.

Alejado del mar, pero rodeado por la Sierra Madre, está Villa Azalea (villaazalea.com.mx), otro hotel boutique de siete habitaciones para los viajeros que gustan de la vida orgánica, sobre el kilómetro 64 de la carretera a Barra de Navidad.

Tiene una granja y huerto para que los huéspedes recolecten ingredientes suficientes para sus alimentos. Hay clases de cocina al aire libre y los platillos se pueden disfrutar con los pies sumergidos en el río La Puerta. Sí, éste cruza por la propiedad y justo en medio se monta una mesa para el comensal, ya sea de día o de noche.

Otras actividades que ofrecen son: avistamiento de guacamayas verdes en el Rancho El Santuario, tour de tirolesas y visita a la destilería que produce el tequila de la casa.

En la Bahía de Tehuamixtle están las Cabañas El Cielito (elcielito.com.mx), para entregarse a la naturaleza. Desde 650 pesos por noche para dos personas, en fin de semana.

Los ejidatarios de Villa del Mar crearon este proyecto, construido con pisos de barro y techos de palma. Entonces nacieron nueve cabañas rústicas y románticas, con camas de pabellón, alumbradas con velas para dormir arrullados por los grillos y las olas.

Su oferta de actividades lleva al visitante a convivir con la comunidad y apoyar la conservación de la tortuga marina. De mayo a septiembre se hace una expedición por las playas Villa del Mar y Mayto para limpiar los nidos y llevar los huevos a un campamento tortuguero local para sembrarlos y protegerlos. Esto incluye liberación nocturna de crías, cuando después de 90 días han roto el cascarón (diciembre a marzo).

Costa Majahuas
El mar es caprichoso con este pedacito de tierra, lo mismo le da regalar olas bravas para el surf, que ensenadas pequeñas con aguas tranquilas para nadar. Aquí se encuentran cinco de los ocho sitios Ramsar de toda Costalegre, importantes zonas de humedales protegidos, y el Playón de Mismaloya, reserva catalogada por la UNESCO como paraíso acuífero de aves.

Playas. Hay seis, pero las de mayor actividad son Majahuas, Punta Peñitas y La Cruz de Loreto, aunque en Chacalatepec es donde se encuentran los restos de un barco pirata; apenas sumerjas la cabeza verás el ancla.

Actividades. Ir a Punta Peñitas y no surfear es como si nunca hubieses estado ahí.

Te encontrarás desde profesionales hasta adolescentes que te acompañarán a dominar tu primera ola. Sólo se necesita pagar 50 pesos y la tabla será tuya por todo el día.

En Tomatlán, el corazón de Majahuas, se contratan los recorridos en kayak por Playón de Mismaloya. Las fragatas, garzas y pelícanos son los habitantes principales del lugar, seguro los guías te querrán llevar a visitar lo que quedó del set de la filmación de La Noche de la Iguana.

En La Cruz de Loreto hay recorridos para visitar las pinturas rupestres de La Peñita Pintada, escondidas en una cueva, y paseos en panga por el estero El Ermitaño, donde se junta con la Laguna Agua Dulce y sus túneles naturales creados por manglares.

Refugios. En Tomatlán hay posadas desde 700 pesos la noche, como Carmelita Eco y Hotel Campanario. Los servicios son básicos. Se puede acampar en la playa desde 200 pesos.

No hablar de Hotelito Desconocido (www.hotelito.com), en La Cruz de Loreto, sería un pecado. Es un alojamiento de 27 palafitos exclusivos que honra la naturaleza del Playón de Mismaloya.

Alejado de todo, incluso de  la tecnología, ofrece recorridos en  kayak, guiados por un biólogo; liberación de tortugas; paseos a caballo por  el estero; clases de yoga y cocina, y recorridos en bicicleta. Al observar las estrellas desde tu regadera sin techo, agradecerás que la energía eléctrica fue suplantada por velas y antorchas. Está en remodelación, pero reabrirá  sus puertas en octubre.

Bahía de Chamela
Es el mejor lugar para sorprenderse con el salto de las ballenas jorobadas, sin necesidad de contratar un viaje en lancha. Sus playas son anchas y de arena dorada, realmente dorada. En los próximos años sumará otra propiedad de gran lujo: un hotel de la firma Louis Vuitton.

Playas. Pérula, El Negrito, Cocinas, Chamela, Punta Pérula y Las Alamandas.

Recorridos. Frente a la bahía hay un complejo de 11 islas, como La Pajarera. Desde Pérula parten las lanchas que te llevan a conocer el pájaro bobo y sus patitas azules. A la mitad del año nacen los polluelos; se les puede ver asomando sus cabezas blancas y despeinadas y sus picos negros.

Por el mismo viaje, que cuesta 800 pesos, se visita Isla Cocinas, una pequeña playa de arena blanca y fina que se ofrece como un discreto paraíso para esnorquelear y escuchar el cantar de cientos de aves.

Si te gustan los atardeceres de rojo intenso, ve al Negrito, esta playa se encuentra en el kilómetro 64 de la carretera a Barra de Navidad.

Dónde dormir. Para ver los amaneceres en primera fila, acampa bajo alguna enramada de playa Chamela. Los aventureros tienen derecho a regaderas y fogatas desde 200 pesos.

Playa Dorada, en Pérula, es un hotelito con las tres ‘b’. La noche te cuesta desde 800 pesos; tiene alberca y escasos escalones lo separan de la playa. No dejes de probar sus camarones al coco y el filete almendrado.

Costa Careyes
Gian Franco Brignone, procedente de una familia italiana de abolengo, en 1968 buscó un rincón del mundo para retirarse. Desde una avioneta encontró lo que buscaba: playas rodeadas de lagunas y manglares y acantilados monumentales, salpicados por un mar de azul intenso. Aquí construyó Careyes, un desarrollo turístico exclusivo que por su arquitectura sería inspiración para otros destinos como Zihuatanejo.

De ensueño. El hospedaje es una colección de bungalows, casitas, villas y castillos con tarifas que superan los mil dólares por noche. Todo el complejo está ‘desintegrado’; una palapa es el centro de todo y para ir de un sitio a otro se puede caminar un sendero, bajar escaleras que rodean un acantilado o transportarse en un auto de lujo. Incluso, la propiedad cuenta con una pista de aterrizaje privada. www.careyes.com.mx

Experiencias. Careyes recibe su  nombre  porque aquí se da el mayor arribo, de todo México, de tortugas carey. Los huéspedes participan en la recolección de huevos y liberación en las playas Teopa, Careyitos y Playa Rosa .

Se hacen recorridos por  las lagunas para avistar cocodrilos, cabalgatas por la selva; se imparten clases de polo, surf nocturno y golf en El Tamarindo, campo reconocido mundialmente, enclavado en la selva.

Bahía de Tenacatita
Es un litoral, como pocos en México, que en determinadas temporadas el sol emerge y desaparece por el mismo lado del mar. Tiene la reserva ecológica de Cuixmala y la Reserva de la Biosfera de la Sierra de Manantlán.

Playas. Punta Serena, con un hotel del mismo nombre, donde se practica el nudismo sin morbo. La Manzanilla con un estero para navegar entre más de 300 cocodrilos. Ángeles Locos con el único alojamiento todo incluido. Boca de Iguanas, para acampar y montar a caballo. Y Cuixmala, donde se ha construido uno de los mejores hoteles del mundo.

Opulencia. Villas y casitas de inspiración árabe fueron salpicadas en los jardines de Cuixmala, un recinto para respirar lujo y placer desde el primer minuto en que el sol despierta.

Las habitaciones son un refugio de techos altos, paredes  blancas, vistas panorámicas al mar y jardines. Disponen de mayordomo, biblioteca, gadgets, albercas privadas y hasta bicicletas, listas para ser usadas por los huéspedes.

Dentro de su menú de actividades hay picnics en una caleta de agua color esmeralda que contrasta con los tapetes y cojines tumbados sobre la arena. Se hacen montas para encontrarse con cebras y antílopes adaptados a este ecosistema. Esnórquel, kayak y paseos en yate también se suman a la lista. Pero nada como un vuelo en avioneta de 25 minutos, para contemplar las 10 hectáreas de la propiedad. www.cuixmala.com

Bahía de Navidad
Aquí es donde termina el viaje, si se parte desde Jalisco, pero donde empieza si se arranca desde el estado de Colima.

Playas. Barra de Navidad, Melaque y Cuastecomate. Esta última se convertirá, en año y medio, en la primera playa incluyente del Pacífico mexicano. Actualmente, los restaurantes ya operan menús en braille, las calles están habilitadas con guías para invidentes y, próximamente, habrá sillas de ruedas y camastros flotantes.

Qué hacer. Practicar skimboard en Melaque. A diferencia del surf, se montan las olas que regresan al mar, desafiando sus formas circulares.

Contemplar el atardecer, justo cuando el cielo se pinta de rosas y el mar parece teñirse del mismo color, y navegar la laguna de Barra de Navidad en paddlesurf o kayak, avistando aves por tan sólo 250 pesos la hora.

Dónde dormir. En Melaque, se pueden rentar bungalows, como Las Brisas, desde 800 pesos por noche. Están equipados con cocineta.

En Barra de Navidad, el hotel Cabo Blanco se sitúa entre la laguna y el mar, conectado únicamente por un canal navegable. Su ubicación en el centro del pueblo, lo acerca a los restaurantes donde se cocina el pozole de camarón, los pescados zarandeados y los ceviches de dorado.

GUÍA DEL VIAJERO

Cómo llegar
Renta un automóvil en Puerto Vallarta o Manzanillo para recorrer toda la costa. Algunas arrendadoras como Alama, te permiten abordar la unidad en un destino y entregar en otro. Costo: desde mil 80 pesos por día, en vehículo compacto.

Web: www.alamo.com.mx

Existe la opción de llegar en taxi, ya sea desde el aeropuerto de Puerto Vallarta o Manzanillo. La tarifa promedio del viaje es de 250 pesos.

En línea

www.costalegre.com

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