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Randall Willars ha pasado la mayor parte de su infancia en el agua. Primero, el oriundo de Baja California practicó la natación, disciplina que ya dominaba a los seis años de edad; después, incursionó en los clavados, una especialidad en la que ya es considerado una figura a seguir.

“De pequeño observaba los clavados en los Juegos Olímpicos y decidí aventurarme. La primera vez que me lancé desde la plataforma de 10 metros a los siete años tuve miedo, pero eso es parte de la magia de mi deporte. Me siento muy contento porque desde que comencé he obtenido buenos logros. Mi niñez fue muy divertida y llena de adrenalina”, dijo Willars, quien este Día del Niño celebra su cumpleaños número 15.

Tras mudarse a la Ciudad de México con apenas nueve años de edad, Randall encontró en la entrenadora china Ma Jin, la maestra perfecta para pulir la técnica que lo ha llevado a subir al podio en Campeonatos del Mundo Juveniles y Series Mundiales.

“Me encantan los saltos porque te dan la sensación de estar volando. Para mí estar en el equipo de Ma Jin es un gran honor porque ella ha formado a muchos medallistas olímpicos como Paola Espinosa. Con ella he mejorado”, reveló el ahora adolescente.

Además de Espinosa, Randall también admira a otros saltarines como Rommel Pacheco, clavadista con quien entrena en la alberca de Ceforma.

“Quiero ser campeón olímpico, ese es mi mayor sueño y para alcanzar ese objetivo debo preparme mucho y seguir entrenando sin descuidar la escuela, que también es un aspecto muy importante de la vida”.

Willars puede presumir 27 preseas de Olimpiada Nacional, una plata obtenida este año en la Serie Mundial de China y nueve medallas en el Campeonato Panamericano juvenil.

“Mi siguiente meta será conseguir un lugar para el Mundial de mayores que se llevará a cabo en Budapest. Lo que tengo que hacer es practicar mucho y concretar mis saltos, que actualmente llegan a tener una dificultad de 3.2”.

Competir en los Olímpicos de Tokio en 2020 es la meta a largo plazo para el joven clavadista que pinta para convertirse en la nueva figura de la especialidad.

“Espero tener mucho fogueo y que así los jueces comiencen a conocerme; es muy importante salir del país para que quienes califican los saltos conozcan mi técnica”.

Espadachina dorada. Cuando a mediados de 2013 un detector de talentos le vio cualidades con la espada a Natalia Botello, la deportista, de entonces 11 años de edad tomó con poca seriedad los halagos.

Lo que la adolescente deseaba en ese entonces era, simplemente, tener más vida social y romper con la monotonía de ir de la escuela a su casa todos los días.

Tres años después, la oriunda de Baja California no sólo sigue cruzando acero sino que a principios de mes se convirtió en la primera campeona mundial juvenil del país.

“Mi entrenador me dijo cuando comencé que si en uno o dos años no lograba nada, tendría que cambiar de deporte. La verdad no esperaba que me fuera tan bien, pero los resultados comenzaron a llegar casi de inmediato”, comentó la esgrimista quien sueña con asistir a los Olímpicos de la Juventud.

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