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Morante volvió a escalar las altas cimas del arte en una faena rebosante de cadencia, creatividad y pinturería, ayer ante unos 30 mil espectadores en la corrida del 71 Aniversario de la Monumental Plaza México. El esteta sevillano hizo fluir el torrente de su arte con un toreo de profunda interioridad, conjunción de arte y gracia, ante un toro bajo de raza de la ganadería de Teófilo Gómez. Recibió merecidamente las dos orejas, luego de entrar en definitiva (y ojalá que sea por mucho tiempo) en el ánimo del público capitalino. El recital de Morante puso a la multitud en un estado de auténtico frenesí. El torero español se vio obligado a abreviar ante el descastado primer toro de su lote.

Por su parte, Julián López “El Juli” confeccionó una faena imponente, de una intensidad arrebatadora con el quinto de la función, al que le tumbó las dos orejas. A pesar de que el toro terminó con la cara alta y rajándose, el juez Jorge Ramos perdió la cabeza y ordenó exageradamente la vuelta al ruedo a los restos del noble animal. Para decretar semejante homenaje, es menester haber visto lidiarse a un toro bravo en extremo. Adame regaló un toro, que fue manso, de la divisa de Fernando de la Mora.

No obstante que dejó escapar una oreja del toro de la confirmación, que le hubiera caído muy bien, el hidrocálido Luis David Adame dejó una excelente impresión. Le espera un futuro muy prometedor porque cuenta con calidad, técnica y entrega. Se lidió un encierro disparejo de presentación, con toros bajos de raza, escasos de bravura, con calidad en sus embestidas, de la ganadería queretana de Teófilo Gómez.

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