Daniel Suárez vistió un traje sin corbata la primera vez que habló en la Casa Blanca. La vestimenta parecía ser apropiada para dirigirse a unos 150 estudiantes latinos que no eran mucho más jóvenes que él.

Suárez había sido invitado a hablar como parte de la iniciativa My Brother Keeper’s del ahora ex presidente Barack Obama, que busca ayudar a los jóvenes a mantenerse encaminados en la vida y perseguir sus metas.

En su infancia en Monterrey, México, donde el amor de Suárez por los vehículos floreció mientras ayudaba a su padre en un taller de automecánica, la Casa Blanca parecía tan lejana como la luna. Al joven Suárez le encantaba manejar karts y Beetles, y soñaba con competir alguna vez en el Autódromo Hermanos Rodríguez en la Ciudad de México.

Suárez pensó en todos esos momentos antes de hablar con los chicos en octubre pasado. Como piloto de la serie Xfinity de la segunda división de la NASCAR, todavía era casi un desconocido, al menos en Estados Unidos. Pero en unos meses, se convertiría en el primer latinoamericano en conquistar un título de la NASCAR, y alcanzaría las grandes ligas del deporte. “Lo único que trato de contarles es un poco de mi historia”, dijo el piloto de 25 años.

Esa historia comenzará su capítulo más importante este fin de semana. Suárez tendrá su debut en la primera división de la NASCAR el domingo, cuando maneje uno de los vehículos del equipo Joe Gibbs Racing en las 500 millas de Daytona, la carrera más famosa en el automovilismo de stock car.

El mexicano heredó el automóvil de Carl Edwards, quien anunció sorpresivamente su retiro del deporte. Bilingüe y con una personalidad afable, el tricolor es la apuesta de la NASCAR para convertirse en la nueva estrella del deporte. 

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