El 5 de febrero de 1946 se inauguró la Monumental Plaza de Toros México. Luis Castro “El Soldado”, Manuel Rodríguez “Manolete” y Luis Procuna con seis toros de San Mateo conformaban el cartel. Hoy a las cinco de la tarde abre la temporada grande 2016-2017 con Eulalio López “Zotoluco”, José María Manzanares y Alejandro Talavante lidiando seis toros de Bernaldo Quiros.

Los aficionados que asistan encontrarán una plaza rodeada de las avenidas más transitadas de la capital como Insurgentes, Circuito Interior, Eugenia y Holbein. Pero hace 70 años se encontraba afuera de la Ciudad de México, 20 minutos en automóvil la separaban. Los vehículos eran indispensable para salvar la distancia. 5 líneas de tranvía, 6 de camión, taxis y carros particulares tenían los 48 mil asistentes a su disposición para llegar al coso.

Hace poco más de siete décadas, el desorden vehicular que se produjo en las avenidas aledañas, minutos previos al evento, alteró a los capitalinos. No estaban acostumbrados a semejante caos. Los toreros protagonistas de la tarde no escaparon a las molestias del tránsito. “El Soldado”, en una entrevista hecha por Heriberto Murrieta en 1989, recordó que, estando a tres cuadras sin poder avanzar, tuvo que pedir auxilio a un motociclista para que lo aproximara a su destino. Llegó veinte minutos tarde. Muchos de los asistentes creyeron encontrar fin a sus frustraciones estando dentro de la plaza. No fue así. La falta de señalamientos en la enorme construcción y la duplicación de boletos les hicieron seguir en enojo.

La más grande del mundo. La México fue construida en el hoyo de una de tantas ladrilleras que había en la zona. Un ejército de trabajadores, laborando en tres turnos al día, hizo posible la edificación en tres meses. Inició el primero de diciembre de 1944. Constituía el primer paso para la realización de la Ciudad de los Deportes. Este proyecto, idea del empresario yucateco Neguib Simón Jalife, contemplaba también la construcción de un cine, arena de box y lucha, boliche, restaurante, frontón y estadio de futbol. Cuestiones económicas sólo permitieron erigir la plaza y el estadio.

El arzobispo de México, Luis María Martínez, bendijo la plaza dos días antes de la inauguración. “Y que conste que yo di la vuelta al ruedo antes que Manolete”, dijo después de rociarlo de agua bendita.

Un desfile de chinas, charros y reinas, antecedió al primer paseíllo media hora antes. La banda de música de las Secretarías de la Defensa Nacional y la Marina junto con la de la plaza, amenizaron el evento. A las cuatro con trece minutos de la tarde sonaron parches y timbales para dar inicio a la corrida. Cuatro alguaciles fueron seguidos por los tres matadores. “El Soldado” vestido de rosa y oro fue el primer torero que lidió en la historia de la plaza. “Jardinero”, marcado con el número 33, fue el toro. Su actuación pasó sin pena ni gloria. “Manolete” de tabaco y oro, se llevó la tarde. Cortó la primera oreja a “Monterillo”, quinto toro de tarde. La faena arrebató de entusiasmo a los tendidos. Procuna, de azul celeste y oro, cortó el segundo apéndice, en su primer burel.

Como aquella tarde del 5 de febrero de 1946, los aficionados esperan ávidos de triunfo.

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