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Hay un boleto de avión a Emiratos Árabes Unidos para diciembre y en él está estampado el nombre del Pachuca.

Los Tuzos lo volvieron a hacer. Son monarcas de la Liga de Campeones de la Concacaf por quinta ocasión y viajarán en diciembre a representar al futbol mexicano en el Mundial de Clubes.

Triunfo por la mínima diferencia sobre Tigres, con gol de Franco Jara. A los regios, por segundo año consecutivo, se les va la oportunidad de ser el mejor de la zona.

El global (2-1) habla de que el futbol fue justo con quien quiso arriesgar más desde el primer juego, quien no dejó para el final lo que pudo haber hecho desde el inicio. Así actuó Pachuca, mientras que Tigres pecó de paciente, de confiado en su “punch” y, al final, el golpe definitivo fue en su contra.

El empate en la ida (1-1) dejó todo abierto, pero no demasiado. Diego Alonso prefirió cerrar el juego de vuelta y Tigres lo aceptó, dejó que el tiempo pasara y cuando tuvo que acelerar el paso, ya fue demasiado tarde. Su tan criticada apatía le jugó en contra y pagó las consecuencias. Pachuca hizo lo suyo, lo suficiente. Jugó a especular y al final le salió. Digno campeón que volverá al Mundial de Clubes.

El tiempo cruel y constante se burlaba de la apatía norteña. Los de Ricardo Ferretti simplemente no lograban dominar.

El juego se volvió sordo. No había un regate que no fuera contestado con una falta. Jorge Torres Nilo amenazó a Jonathan Urretaviscaya; igual lo hizo el “Burrito” Hernández con Javier Aquino; y la consecuencia fue que Guido Pizarro, quien se jugó el físico por jugar con la nariz fracturada y se fue expulsado por atizarle a Hirving Lozano.

Con 10 hombres en el campo, Tigres jugó a matar o morir. Sólo un gol era la diferencia entre el honor y el olvido. Pachuca viola medalla en su cuello. Sólo el tiempo era el que lo separaba de alzar su quinto título de la Concacaf.

Hasta que sucedió. Con el espacio abierto, Lozano tiró franco a Nahuel, quien atacó la pelota con displicencia para escupirla y que le llegara a Jara. El goleador no perdonó.

El acto de heroísmo no llegó. Gignac mandó la pelota al fondo, pero la bandera del asistente marcó el fuera de juego. Pachuca lo volvió a hacer, es campeón de la Concacaf por quinta ocasión.

Y, por cierto, Óscar Pérez alargará su estancia en las canchas por seis meses más.

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