Fue como si estuvieran frente a un espejo. Los jugadores del Santos Laguna reclamaron ambas acciones, pero ninguna les favoreció. El balompié regresó tras el parón arbitral... Sí, con la polémica con buena presencia.

El Cruz Azul hiló su tercera victoria y clasificó a las semifinales de la Copa MX tras vencer a los Guerreros (3-1), duelo salpicado por las decisiones de los jueces. El segundo tanto de La Máquina pareció en fuera de juego, pero el asistente José de Jesús Baños no levantó la bandera, a diferencia de su colega Mayte Chávez, cuando Jonathan Rodríguez parecía acercar a los norteños.

Jugadas muy similares, calificadas de distinta forma. Par de dagas en los corazones laguneros.

Esos que fueron verdaderamente exprimidos por Martín Cauteruccio. El goleador uruguayo tuvo su primera gran noche en México. Firmó un triplete tan letal como relampagueante. Pasaron 13 minutos entre el primero (21’) y el último de sus festejos (34’).

Los dirigidos por Francisco Jémez no se rindieron, sin importar que Djaniny Tavares abriera el marcador con una obra de arte.

El africano recogió un balón en los linderos del área e hizo añicos la cintura del defensa central chileno Enzo Roco, recientemente convocado a su selección nacional. La bicicleta del caboverdiano fue demasiado para el andino, quien permaneció congelado mientras el atacante superaba a José de Jesús Corona con un toque sutil (11’).

Mazazo del que Cruz Azul se repuso, con el trinitrotolueno de “Cautegol” como principal arma. El charrúa avisó con aquel circense cabezazo que el meta Jonathan Orozco desvió de forma espectacular.

Plasticidad que le faltó cuando Martín estuvo atento para rematar el servicio de Joao Rojas. El charrúa saltó más que los centrales Carlos Izquierdoz y Néstor Araujo, quienes no pudieron hacer algo para que el esférico tomara rumbo de marco. No iba tan fuerte, pero el ex arquero del Monterrey fue sorprendido... E increíblemente superado.

Menos de 120 segundos después, apareció la polémica. El propio Joao dio un pase de cabeza a Cauteruccio, quien pareció adelantado. La supuesta infracción no fue señalada y el depredador no tuvo problemas para marcar en una jugada que, para él, fue de rutina.

Varios futbolistas albiverdes reclamaron, pero el árbitro central Adonai Escobedo no hizo caso.

El juvenil Gerardo Arteaga tampoco lo hizo con la marca del hombre que hurtó la noche. Gabriel Peñalba le filtró un servicio al elemento que ha cauterizado las heridas cementeras. Media vuelta perfecta, letal para los dirigidos por José Manuel de la Torre, cuya cólera fue bastante evidente.

Sí, La Máquina se caracteriza por las catástrofes, mas luce remasterizada anímicamente. Quedó claro durante un complemento que pudo tener mayor vértigo si la asistente Chávez no levanta la bandera en aquella jugada en la que Rodríguez parecía en línea con el balón, cuando Djaniny se lo sirvió. Su mágica definición, con el tacón, fue un adorno bello e inservible.

El paro arbitral no fulminó la polémica, tampoco el nivel que los Cementeros habían mostrado.

Pese a las dudas que había en torno del equipo, La Máquina está a un juego de otra final.

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